LAMADRID

"Arriba te olvidás de todo y bajás un cambio en la tierra"

PARAPENTE. Semana del Cross, en General La Madrid Cuatro pilotos que llegaron a La Madrid contaron sus experiencias sobre el parapente. De qué se trata este "deporte individualista" que unifica historias y pasiones.

Dalmiro, José, Ezequiel y Rafael son cuatro de los pilotos que llegaron a General La Madrid para participar de la Semana del Cross, la actividad tradicional de parapente que se desarrolla hasta el próximo viernes y es organizada por Damián Lestarpe junto con su equipo de trabajo. Los protagonistas hablaron con EL POPULAR sobre este deporte tan particular como único.

El briefing ("reunión informativa") acaba de terminar y todos están entusiasmados con inflar las velas y salir a la aventura. Sin embargo se toman un tiempo para charlar y desenmarañar algunos de los secretos de esta disciplina que parece individualista y, sin embargo, tiene más de camaradería de lo que algunos se imaginan.

Las claves parecen ser el conocimiento, aunque particularmente hacen hincapié en lo emotivo de saltar del suelo y poder observar el mundo desde lo alto.

Dalmiro Larrea llega desde Carlos Casares y hace tres años que comenzó a volar en paramotor (N. de R: a diferencia del parapente, la vela es impulsada por un motor de hélice). "Siempre me gustó el vuelo libre y cuando pude conocer de qué se trataba, al ‘ventilador’ casi no lo volví a agarrar...", cuenta entre risas.

Los primeros cursos los hizo con Damián Lestarpe. "Siempre me gustó la aviación y el parapente es un constante desafío: subir, agarrar las térmicas, mantenerte arriba... hacer lo que puedas hacer con las condiciones que te toquen y poder volar con tu experiencia. La mayor diferencia con el paramotor son las condiciones de vuelo, que lo hacés a la tardecita y no subís más que 100 metros; es un vuelo distinto porque hacés ruido y vibra", detalla.

"Para mí fue natural el vuelo libre y cuando lo hice con el paramotor fue traumático; después me tuve que acostumbrar porque en Casares se hace paramotor. Siempre supe que me gustaba el parapente y cuando pude venir a La Madrid a probar, me quedé maravillado", indica.

"Una vez que te subís, agarrás una térmica y podés hacer tu primer vuelo libre, no te lo olvidás más...", resume Larrea sobre su experiencia en el ala.

La historia de este casarense es como la de los otros pilotos que participan de la Semana del Cross, une los "logros" individuales con las relaciones grupales, porque gracias a otro entusiasta como él, en su ciudad, construyó un torno (elemento que utilizan los pilotos para poder remontar vuelo) y ese fue el puntapié para decidirse definitivamente por el vuelo libre.

José Ferrero recorrió los más de 300 kilómetros que separan Guatraché (La Pampa) y General La Madrid con una mochila -en la que lleva el parapente- y un bolso cargado de ilusiones. Aunque hace muchos años que se inició en la práctica del deporte, también estuvo alejado de él por un largo tiempo. "Empecé con un amigo que después se fue a vivir a otro país. Dejé y después de algún tiempo hice el curso con un instructor; en mi pueblo se complica un poco para volar regularmente y el parapente es un ‘vicio’ que no puedo dejar", dice.

"Tener una mochila, agarrar el ala y tener la oportunidad de volar a cualquier lado sin ayuda es algo que ningún otro deporte aéreo te lo permite... y es lo mejor que tiene", sostiene.

Este pampeano también hace hincapié en que la disciplina permite formar grupos de pertenencia. Los demás asistentes a la mesa del Hotel Europa asienten con la cabeza. Lo que acaba de decir José es clave: más allá de que el parapente -generalmente- se vuele de manera individual, es vital tener contacto con otros que disfruten de la misma pasión para ir descubriendo los secretos.

Alto y espigado, Ezequiel Buschick es de Capital Federal pero se siente lamatritense por adopción. "Nunca había volado y de casualidad un amigo que vive acá me contactó con Damián (Lestarpe) e hice mi bautismo sobre un ala. Quedé enloquecido y dije ‘quiero hacer esto’. Empecé con el curso hace un año y medio con ‘Pepo’ (Correa) y desde ese momento no me quise bajar más de arriba", resume sobre su pasión.

"La vida del porteño es completamente distinta a la de acá. Cada vez que vengo me siento raro porque no la soporto más a la Capital; hay otro ritmo de vida, donde todos están acelerados. Ahora entiendo lo lindo que estar en contacto con la naturaleza y arriba del parapente te pasa mucho eso", indica.

"La competencia no me interesa, sólo quiero estar en el aire. Desde ahí se disfruta todo porque te movés en tres dimensiones; cuando estás cerca de otro es increíble, porque por momentos sube o baja... es raro de explicar lo que se siente, hay que vivirlo", invita Ezequiel.

Rafael Bartel llegó desde Santa Rosa, La Pampa. Enseguida recalca que es un apasionado del vuelo y la naturaleza, y que después de aprender a volar en parapente bajé "dos cambios en mi vida".

"Nunca tenía tiempo para nada… siempre se dice que una vez que volás te pasás mirando el cielo para entenderlo; yo lo escuchaba como una exageración y no creía que era así, pero la verdad es que desde hace tres años, que comencé en esto, me la paso observando. El parapente te cambia mucho la cabeza, el planeador hace que todo tenga otro sentido", menciona.

Aunque Rafael está atento a las cuestiones matemáticas que implica el deporte, recalca que lo más lindo "es sentirte libre, cosas que son mágicas".

"A mí me cambió la forma de trabajar, de pensar... bajé dos cambios en mi vida. El parapente te hace ser ordenado y disciplinado, porque si no, no podés volar. No me interesa competir con otro, sino que lo hago conmigo mismo: me interesa cada día ir más lejos o subir más alto; todos los vuelos son distintos y eso es un desafío constante. Es la adrenalina que te atrapa", subraya.

El parapente es un deporte muy seguro. La vela está preparada para sostener el peso humano a través de cientos de cordones de kevlar, y además cuenta con un paracaídas.

Para los pilotos "el miedo se va perdiendo con cada vuelo". "La primera vez que te subís sentís todo raro porque se mueve todo y te preguntás ‘¿qué hago acá?’, pero después te vas dando cuenta que eso lo podés sumar a tu favor", apunta Dalmiro, y Rafael acota: "Salir con el parapente es buscar la adrenalina, todo es un proceso".

Ezequiel retrotrae unos segundos la charla y enfatiza que "con el parapente aprendés a disfrutar el aquí y el ahora; arriba no podés pensar en otra cosa que lo que estás haciendo. Por ejemplo antes yo comía y repasaba qué cosas tenía que hacer, y no lo podía disfrutar; ahora sí. Estar atento a lo que sucede en el ala no es un esfuerzo, todo lo contrario… te olvidás de todo".

"Hacés un blanqueo mental. No importa cuánto tiempo estuviste en el aire, sea un ratito o tres horas y media; cuando recapitulás lo que hiciste, parece que fue eterno", suma Delmiro.

Los cuatro pilotos junto a Damián Lestarpe, Victoria Vouillat y Enrique "Pepo" Correa ya se preparan para iniciar la actividad. La reunión terminó con las recomendaciones técnicas: puntos de despegue, contactos, qué hacer cuando aterrizan y necesitan ser rescatados, el equipamiento esencial y la importancia de la hidratación y la alimentación. Pero los expertos concluyen con un pedido especial: "Disfruten y pásenla bien". Todos se despiden con un aplauso... ya habrá tiempo para más anécdotas.

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