AUTOMOVILISMO

Herrera volvió a ser grande, enorme y muy feliz

AUTOMOVILISMO. Después de tres años, el "Chapulín" consiguió a ganar en la Clase 2 del Turismo Nacional El 14 de diciembre de 2014 nació el KAV Racing. En 2016 había sido segundo en Olavarría. Luego cambió de Renault a VW, pero la apuesta salió mal. Regresó al Clio y el último domingo volvió a sonreír en la Clase 2 del TN junto con su grupo de amigos y familiares, que siempre apostaron por el "Chapulín".

Javier Torres

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Se cortó la mala racha para Agustín Herrera. El piloto de Olavarría ganó el domingo de San Cayetano en el Autódromo "Termas de Río Hondo" (Santiago del Estero), escenario de la 8ª fecha del Campeonato Argentino de la Clase 2, frente al WTCC que tiene los mejores autos y pilotos del mundo de Turismo.

Herrera volvió a ser el "Chapulín". Volvió al comando del Renault Clio del equipo KAV Racing (el que nació el 14 de diciembre de 2014 en Olavarría), atendido por Gabriel Rodríguez y Esteban Pou, y asistido por Nicolás Romero (hijo de José María Romero) y Santiago Herrera (su hermano).

A los más íntimos había confesado el sábado después de ganar el parcial: "Tengo un auto para ganar". Todos lo escuchaban e íntimamente querían lo mismo, pero fundamentalmente que Agustín volviera a sentirse feliz.

Peñas en La Pedrera, correr detrás de las publicidades, golpear y golpear puertas para reunir el presupuesto, apostar por un VW Gol y fracasar, volver al Clio que nunca había podido hacerlo ganar... Todas estas sensaciones aparecieron en la última vuelta en la cabeza de Herrera.

Aquel que conoce al Pelado sabe que nunca se rinde, por eso recibió el último domingo la bandera a cuadros siendo ganador. Debieron pasar tres años (julio de 2013 en San Jorge), pero esta vez con auto propio.

El Pelado, el Chapulín o simplemente Agustín está muy feliz. Ingresó a boxes, llegó hasta el cartel que tenía bien grande el número 1. Estacionó el Clio, se bajó de forma inmediata para zambullirse en los brazos del Kelo Torres (la persona que apostó deportivamente por él), de su hermano, su primo y su tío el Chueco Romero. Luego buscó la cámara de televisión para agradecer a "Olavarría".

Ahí todo el país se enteró que los amigos "nunca le sacaron el banquito en las malas" y nuevamente volvió a agradecer a la gente de Olavarría. Agustín Herrera volvió a ser grande, enorme, pero principalmente muy feliz.

-El sabor del reencuentro tituló la página de APAT. Una gran definición de lo vivido...

-Es cierto. El reencuentro con un buen resultado, pero principalmente con la victoria; después de los últimos tres meses malos desde lo deportivo como en lo anímico; estaba muy decaído porque no me salía nada bien. Regresé a mi propio auto, aposté por mi primo Nicolás (Romero), por mi hermano Santiago, y apareció algo que no esperaba: ganar. De Termas volví feliz.

-Nunca hubo una pequeña ilusión por ganar.

-No. Para nada. Había dejado el Renault Clio después de tener toda la temporada 2015 de desarrollo. Este año lo mejor había sido el segundo puesto en Olavarría y algún resultado parcial, pero siempre dije que no era rápido por lo derecho. Cuando decido volver en Termas con mi auto, al menos sabía que podía llegar a andar entre los mejores diez.

En los ensayos del viernes me encontré que estaba segundo en la general; ahí volvieron mis ganas de volver a ganar. Me entusiasmé tanto que ya no me acordaba de todo lo malo que me había pasado en los últimos tres meses, el clásico borrón y cuenta nueva. Me concentré y valió la pena.

-Hubo nombres propios que colaboraron en Termas para lograr el objetivo. ¿A quién nombrás y por qué?

-En primer lugar a (Fabio) Kelo Torres, porque en el último tiempo actuó de psicólogo; después a Nicolás Romero, porque trabajó incansablemente y él me dirigía por radio, me indicaba cómo seguir y ponía la pausa justa para tranquilizarme con información para planear la carrera; después a Santiago Herrera, que no tengo palabras para describir lo que siento por él; por supuesto a Gabriel Rodríguez en el chasis y Esteban Pou en el motor. Todos se preocuparon para que el auto salgo a pista con lo mejor, pero mi grupo más cercano estuvo en todos los detalles para que no hubiera ninguna falla.

-Hablemos de situaciones que no se pudieron ver por televisión. ¿Antes de largar nuevamente volviste hablar con el auto?

-(Se ríe) Le hablé ni bien llegué a Termas pidiéndole disculpas por haberlo dejado... Lo mismo volvió a ocurrir en la vuelta previa de la final del domingo y luego cuando quedaban tres vueltas para terminar la carrera. ¿Parezco un poco loco? Pero le hablo al auto de carrera. Lo siento así. Cuando lo castigo me pasa factura, y cuando lo trato bien me da satisfacciones como ésta.

-¿Siempre supiste que serías el ganador?

-El sábado me quedé con un sabor agridulce cuando apareció el Auto de Seguridad porque ya no podía largar en primera fila. El sábado, cuando me fui a dormir, pensé cómo sería la carrera: largué bien, lo superé a Apud, luego a Panetta y saqué provecho de que él ya tenía un apercibimiento, porque no podía equivocarse. Luego frené en los lugares que me convenía. Tenía problemas porque no podía balancearlo, entonces tenía demasiado en la parte trasera, así que castigué un poco más la caja y los neumáticos aguantaron. La suerte estuvo de mi lado.

-¿Y cuándo aparecieron las lágrimas?

-Cuando faltaban tres vueltas no las pude contener. En la última curva se me nubló la vista de tantas lágrimas y pensaba "me muero si pierdo la carrera por no ver". La realidad es que sufrí mucho, me descargué cuando me bajaron la bandera a cuadros... exploté en llanto.

Después llegué al podio y me sentía normal. En ese momento no tomás la dimensión de dónde estás: tenía enfrente a la mejor categoría de Turismo del Mundo (el WTCC) y una semana atrás estaba encerrado en mi caso. Cuando recibís tantos llamados, mensajes de texto, saludos en el WhatsApp como en el Twitter, ahí sabés que muchas personas se pusieron tan feliz como uno mismo. Tanto renegar, tantas amarguras, tantas desilusiones, se fueron el domingo arriba del podio.

-Ahora menos vas a bajar los brazos: estás cuarto en el campeonato.

-Me estaban contando hasta diez, me paré en nueve y medio, y ahora volví a estar de pie después de colocar un par de piñas... (regresa la risa). Después de tres carreras sin sumar, gané y pasé a posicionarme cuarto. El Turismo Nacional es hermoso, duro y complicado. La paridad es total. No veo para nada que sea fácil pelear por el campeonato, pero mientas estén las chances matemáticas lo voy a intentar. Hoy estoy a 24 puntos del segundo, que es Pedro Boero, y Alfonso Domenech está un poco cortado arriba.

No crean que voy a volver a ganar este año. Pasaron tres años para volver a lograrlo. Hubo muchos kilómetros, muchos sinsabores entre carrera y carrera en 2016, imaginate entre tantos años... Obviamente que quiero ser campeón, pero la realidad es sumamente difícil.

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