LAPRIDA

Pan, comidas y dulces con toque misionero

Alberto Aquino, de Panadería La Espiga de Oro

Hace ya nueve años que La Espiga de Oro está ubicada en la esquina de avenida Pueyrredón y Laprida. "Como dueño de panadería hace nueve años que estoy, pero como panadero desde los 14 años, así que se van a cumplir 30 en el rubro", comenzó diciendo Alberto Aquino (a punto de cumplir 45 años), vestido de blanco, como siempre, en un rincón de la cuadra donde los empleados siguen a full trabajando para cumplir con las exigencias de los clientes.

"Somos pocos los panaderos dueños que estamos dentro de la cuadra. Somos panaderos acomodados a la modernidad, no madrugamos tanto porque no tenemos reparto, sino que tenemos venta en el local, a mostrador. Lo fabricamos, por supuesto, fundamentalmente lo que es servicio de lunch, también mucha comida, confitería, es decir hay variedades y especialidades, y pan por supuesto", explicó.

"Al no hacer reparto no se necesita venir a las 3 ó 4 de la mañana, sino que arrancamos a las 6. Y estamos hasta las 14; como dueño tengo que estar a la noche para cerrar y parte del día también, ya que estamos de corrido hasta las 21. Somos una de las pocas panaderías de barrio que tenemos ese horario, y al elaborar comidas entonces la exigencia es ésa", continuó contando este misionero afincado en Olavarría, una ciudad que quiere mucho y que le ha dado casi todo.

Respecto de su trayectoria, Aquino comentó que "no soy olavarriense. Vine en el año 1996 a inaugurar la panadería del supermercado Tía, enfrente de la Municipalidad. Soy de Posadas. Me trajo Tía cuando yo tenía 25 años y me gustó la propuesta, porque para mí fue un salto muy grande en mi profesión. Era otra expectativa y me vine de Misiones directamente, ya que era soltero. Hice mi trayectoria en Olavarría, hace 20 años que estoy acá y esta es una ciudad que me encanta. Después de Tía, donde estuve tres años, quise continuar creciendo y fui a hacer la apertura de la panadería de Toledo, y ahí no me fue muy bien porque la política laboral que implementó la empresa no era la misma que la mía. De ahí me fui a trabajar con la gente de El Nuevo Gusto, frente a la Escuela Normal, sobre la calle San Martín. Volví al hipermercado Libertad, que es una cadena cordobesa, en el 2001, en plena crisis, porque me ofrecieron buenas condiciones laborales y así seguí creciendo. Pero regresé a Olavarría en 2002 y ahí estuve con la gente de La Galana, también en Fernando V, y con Carlos Alvarez en El Nuevo Gusto en Vicente López y Pueyrredón", agregó.

"Pero en 2007 tuve la posibilidad de alquilar acá y comenzar a trabajar solo, que era lo que buscaba en realidad. Acá hace nueve años que estamos, vamos bien, no me puedo quejar. Se trabaja bien, la gente responde a lo que le ofrecemos, con una amplia variedad de cosas tanto en panadería como en comidas y en postres, ya que vendemos muchas cosas dulces", explicó.

Alberto formó familia en Olavarría. En pareja actualmente con Claudia, tiene una hija (María Florencia, 19). "Con Claudia trabajamos a la par en la panadería. Ella hace todo lo que es administrativo, es una leona en ese aspecto, y eso me cambió la vida, porque estamos muy bien organizados, y todo lo que es comidas pasa por ella. Y yo estoy en la elaboración de postres, salados, repostería y facturas, es decir nos complementamos perfectamente. Y acá, en la cuadra, también están Carlos Leguizamón -un gran corredor de pedestrismo, aclara- y Nicolás Rocha, que andan excelente, así como Belena, la hermana de Claudia, que se dedica a hacer la atención al público y elaboración de comidas", continuó contando este misionero que ha perdido casi definitivamente ese acento característico que tienen los norteños. "Se pierde el acento, pero cuando hablo con mi mamá (Irene Aquino, 65) cambio totalmente, hablo como en Misiones. Allá quedaron tres hermanos (Mirta, Fernando y Ariel) y para Olavarría se vino otro hermano (Ramón), quien es transportista y formó familia en esta ciudad", señaló.

"La clientela -a la que agradezco profundamente- no sólo es del barrio, sino que vienen de todos lados. Un domingo entran 450 personas, por ejemplo, y ese día trabajamos de 8 a 21.30, de corrido, por lo que no tenemos francos, estamos de lunes a lunes, haciendo un esfuerzo porque estamos apuntando a un emprendimiento propio, también en panadería. Porque, como siempre digo, a mí me gusta seguir creciendo", terminó diciendo Alberto Aquino.

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