LAMADRID

Nelly Arrona, una mujer que dejó una marca imborrable

Hace pocos días falleció, luego de una larga enfermedad, la señora Nelly E. Arrona de Legarreta, integrante de una antigua familia de esta ciudad. Vecinos de General La Madrid homenajean a una mujer que dejó una marca imborrable

Había formado su hogar con su esposo Félix Antonio Legarreta (Negro), fallecido hace algunos años. Su hija, esposo, nietos, bisnietos, familiares y amigos acompañaron a esta convecina en medio del sentimiento de pesar que el hecho produjo.

Pero seguramente el dolor por la pérdida ha sido compartido por los integrantes de las varias generaciones que estuvieron vinculados a Nelly, en su larga trayectoria docente.

Maestra rural en la escuela de Pontaut, la señora Arrona de Legarreta pasó por escuelas locales y especialmente ha sido reconocida como profesora de la década de 1950, en el viejo Instituto Incorporado de General La Madrid, antecesor de nuestro Colegio Nacional, en donde dictaba clases de historia y concluyó más tarde siendo vicerrectora del establecimiento. En la Escuela Nº 1 "Domingo Faustino Sarmiento" tuvo destacado accionar a cargo del Grado "A" (antes de que se fundara la Escuela Especial).

Su espíritu solidario la llevó a trabajar entre los años 1968 y 1970 en la recuperación de la Biblioteca Mitre, fue catequista en la Parroquia Nuestra Señora del Carmen, integrante de la Cooperadora del Colegio Nacional como secretaria y de otras varias cooperadoras, secretaria y asesora del CIE en sus comienzos, y primera presidenta de la Comisión de Unión de Educadores Lamatritenses (UEL) en 1958.

Sus condiciones personales, el apego a su familia y sus profundas convicciones cristianas, le valieron el afecto de quienes estaban ligados familiarmente o por amistad y el respeto de toda la comunidad.

En 1973, cuando las instituciones de la Nación retornaban su camino democrático, fue convocada para participar del gobierno comunal, accediendo a la conducción de la política social del Municipio, tarea que llevó adelante hasta iniciada la década de 1980, por la que también se le reconocían las características humanitarias de su personalidad.

En las comunidades como la nuestra no es difícil distinguir a quienes, seguramente sin proponérselo, dejan huellas de su tarea diaria, volcada a favor de todos. En el caso de Nelly E. Arrona de Legarreta, su condición de docente avalada por una profunda vocación y de funcionaria ejemplar mueve al unánime reconocimiento y nos hacen a todos compartir el pesar por su lamentable desaparición física, seguros de que su recuerdo habrá de perdurar y servirá de guía para quienes asumen la responsabilidad de trabajar desinteresadamente en función de sus convecinos.

Antes de la inhumación de sus restos en el Cementerio de General La Madrid, en la casa velatoria recibió el responso impartido por el cura párroco y, como sencillo homenaje, el cortejo fúnebre se detuvo en la iglesia parroquial y en el Colegio Nacional.

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