Se celebra hoy el Día del Carpintero En General La Madrid, "La Fábrica de Dómina" es sinónimo de carpintería. Eugenio Dómina, de la tercera generación familiar, explicó la evolución de la empresa y los cambios producidos en el rubro con el correr de los años.
Santos y Antonio Dómina S.A. es un emprendimiento familiar arraigado a la comunidad desde el año 1903. Desde entonces, mucha agua ha pasado bajo el puente. Conocedora de un pasado de esplendor "La Fábrica de Dómina", como se la identifica en General La Madrid, sigue siendo el principal referente de un oficio que, a pesar de los avances técnicos y tecnológicos, tiene a la mano de obra artesanal como sello distintivo de calidad que le impuso don Santos, allá, a principios del siglo XX y que hoy continúan sus descendientes.
Hoy se celebra el Día del Carpintero y en ese marco esta agencia entrevistó a Eugenio Dómina, tercera generación junto con Mario, su primo y actual socio. Pinocho Dómina, como es conocido en esa comunidad, recordó que "la fabrica se inició con mi abuelo como una carpintería manual y artesanal. O sea, cuando él vino de Italia trajo el oficio y puso una carpintería que después mi padre y mis tíos fueron agrandando. Ellos incorporaron cosas como por ejemplo el piso de parquet, que con el tiempo dejó de hacerse porque fueron superados por otros productos y otros materiales que fueron saliendo. Poco a poco fueron ampliando esa carpintería; mi padre y mis tíos fabricaban muebles y gabinetes para heladeras, entre otras cosas, pero nunca se dejó de tener la carpintería. Se incorporaban otras cosas pero la carpintería seguía estando".
"Como te decía -continuó el empresario- en los años 40 se fabricaba la baldosa de parquet que fue superada por la moqueta y por la cerámica, por lo que -a principio de los 70- se dejó de hacer y hoy por hoy no existe más. Y ahí en los 70, nos volcamos nuevamente, pura y exclusivamente a la carpintería con todo lo que ésta tiene; con aberturas de madera pero de mucha calidad, como si fuese carpintería hecha a mano y a medida".
Dómina le explicó a esta agencia que "siempre trabajamos sobre planos y normalmente, en lo que tiene que ver con la venta, nos manejamos a través de estudios de arquitectura e ingeniería. Yo visito esos estudios y ellos te recomiendan a los clientes, y a partir de ahí trabajamos con empresas, edificios y con muchos particulares. El cliente viene y te muestra el plano de su casa y te dice qué es lo que pretende hacer. Nosotros lo orientamos y tratamos de mejorar su proyecto porque tenemos muchos años de experiencia. Y al momento de elegir somos muy celosos en cuanto a la materia prima -que siempre es lo mejor de lo mejor- y a la terminación es artesanal. Si bien acá en la fábrica hay máquinas de todo tipo, el toque final lo da el carpintero, lo que es lo nos hace distintos al resto de las carpinterías. Inclusive tiene un valor agregado mayor que las carpinterías que adquirís en los corralones. Nosotros somos más personalizados y no le vendemos a ningún corralón, lo hacemos directamente a la empresa, al profesional, al usuario. Es un contacto directo", precisó. Y agregó: "Permanente vamos incorporando las cosas nuevas que surgen, sobre todo lo que tiene que ver con herrajes y formas de abrir. Por ejemplo, hoy nosotros hacemos carpintería oscilobatiente (es la ventana que abre como una ventana común y como un ventiluz) con todos los sistemas corredizos de aluminio. Es decir, vamos aggiornando todo lo que se puede y al mismo tiempo incorporando novedades".
"Acá se hace todo el proceso -continuó explicando Dómina-. El cliente trae los planos y nosotros procuramos ajustarnos a las medidas de ese plano, que se vea lo más parecido a lo que quiere el cliente, pero si vemos que en cuanto a funcionamiento y durabilidad hay algo que podemos mejorar, se lo incorporamos nosotros. En definitiva, se trata de poner la parte técnica y la experiencia que tenemos al servicio del cliente, quien -por otra parte- acepta de buen grado".
Retomando el tema de los comienzos, Dómina rememoró que "la fábrica mi abuelo la abrió el 14 de abril de 1903, entonces, algo de experiencia tenemos".
"El abuelo empezó en 1903, mi papá y mi tío en 1935, porque murió mi abuelo y ellos continuaron con el emprendimiento. Yo me incorporé en el año 1961 y mi primo Mario, que es mi socio, lo hizo en 1973. Cuando empezaron, los viejos tenían 20 años y yo 17. Mario y yo empezamos cuando terminamos con el Colegio Nacional". "Si bien vamos incorporando chicos jóvenes para que aprendan el oficio, hay cinco personas que tienen más de 20 años en la firma y tenemos gente que está desde principios de los años 70. Se puede decir que somos una familia", expresó por último el empresario.