LAMADRID

La huerta orgánica, sanidad alimentaria y oportunidad comercial

Lo desarrollan conjuntamente el INTA y el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación Con más de 22 años en marcha, el programa Pro Huerta ha ido acompañando los vaivenes sociales y económicos del país. Pensado inicialmente como un medio de fortalecer la seguridad alimentaria, actualmente no sólo permite que muchas personas generen sus propios alimentos, sino que además puedan comercializar los excedentes o que incluso se dediquen a la huerta como emprendimiento comercial. INTA ofrece semillas, material, seguimiento técnico, asesoramiento comercial y cooperativo, y se brindan cursos con puntaje para docentes y visitas guiadas para escuelas, entre otros proyectos.

Miguel Viñuales

"Cada vez entregamos más semillas, y notamos que la gente que se ha acercado esta temporada es otro público que se va sumando al programa, personas de todos los sectores que buscan contar con alimentos sanos, controlados, y producidos por ellos mismos", afirma la ingeniera agrónoma Verónica Iriarte, extensionista de INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) en la ciudad de General La Madrid.

Iriarte atribuye esto principalmente a tendencias actuales en los consumidores, y no tanto a cuestiones de índole económica como las que han tenido preponderancia en otros momentos, aunque reconoce que, con los precios actuales de las verduras y hortalizas, producir los propios alimentos tiene un doble beneficio.

"Se valora que los productos no tengan tanto tratamiento químico, que sean más sanos. Mucha gente se acerca por recomendación del médico, por problemas de salud, tolerancia, alergias, y muchas veces vienen también los médicos", comenta con un tono de humor.

"Con el transcurso de los años, el programa ha ido creciendo en base a las necesidades detectadas por INTA a nivel social, y lo que originalmente era algo destinado a pequeños productores familiares o huerta rural, apuntando a cubrir déficits nutricionales y económicos, hoy cuenta con numerosas herramientas que incluyen capacitación en marketing, cooperativismo y más", asegura.

Veinte años es mucho

Pro Huerta es un programa de conjunto de INTA y el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación con más de 22 años de puesta en marcha. En todo ese tiempo atravesó los vaivenes de la situación socioeconómica, tratando de adaptarse a las necesidades del día a día. Orientado inicialmente a promover seguridad alimentaria, en la actualidad ha permitido que muchas familias produzcan sus alimentos, vendiendo ocasionalmente los excedentes, o bien que se haya transformado en una oportunidad empresarial para quien decide ir por algo más.

"Un buen ejemplo del desarrollo actual del programa son las ferias de venta de productos que se organizan en diferentes puntos del país. Por ejemplo, en Necochea ya lleva más de una año el proyecto participativo ‘Frescura Natural’, donde los productores asociados realizan ventas de bolsones con los productos de sus huertas", explica Iriarte.

"INTA realiza acompañamiento técnico, visitas a los huertos, les damos las semillas y también hay mucho material disponible para capacitarse. Si bien la organización de las ferias o las cooperativas corre por cuenta de los productores, desde INTA se acompaña todo el proceso", agrega.

Verónica Iriarte sostiene que INTA siempre ha sido una institución caracterizada por la búsqueda de intercambio social, sobre todo en lo que hace a las oficinas de extensión, que tratan de detectar las demandas locales y darles solución. "Esto se ve sobre todo en que, siendo una institución tan grande, no sólo trabajamos ingenieros agrónomos y veterinarios, también hay economistas, sociólogos, educadores y muchas otras profesiones más", asegura.

Huerta full time

Según Verónica Iriarte, son muchas las familias que se dedican de tiempo completo al cultivo de una huerta orgánica con fines de comercialización, y obtienen muy buenos resultados siempre y cuando se capaciten, sigan los protocolos de trabajo y estén dispuestos a destinar las horas que el cuidado de un huerto requiere.

"No hace falta mucho, con un terreno de 10 por 10 bien manejado se puede obtener un buena producción estable. Esta zona es privilegiada, tenemos buena tierra, de fácil acceso ya que casi todos tenemos un fondo en el terreno, o un baldío cerca, o un familiar o amigo con el cual asociarnos, y el acceso a agua de buena calidad es muy simple. También se puede crecer ampliamente en escala, si se lo quiere llevar para el lado puramente comercial", indica.

Respecto de la certificación oficial de producción orgánica, Iriarte reconoce que no suele darse, al menos en la escala promedio de los productores vinculados a Pro Huerta. La calidad natural y agroecológica es más una garantía derivada del seguimiento y la capacitación que realizan los técnicos de INTA, pero las certificaciones son caras y complicadas, por lo cual es algo poco común en microemprendimientos.

"Hacemos hincapié en la educación, sobre todo a nivel de capacitación de docentes y de visitas guiadas para escuelas. Los chicos son muy receptivos a la necesidad de cuidar el medio ambiente y los recursos, tienen muy presente el tema de la agroecología", sostiene.

"En cuanto a los docentes, hemos logrado que la Dirección General de Escuelas de la Provincia apruebe un programa de capacitación sobre huerta, con puntos para los listados oficiales en determinadas ramas, y ahora tenemos en marcha otros tres cursos aprobados sobre agroecología, educación alimentaria y sericicultura, es decir, la cría del gusano de seda", concluye.

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