LAMADRID

"A los trabajos hay que ponerle todos los sentidos: lo lindo es verlos terminados"

Personas y personajes de La Madrid El "Negro" Dabel Inchaurrondo, con toda una vida dedicada a la chacra, contó sobre sus oficios: la carpintería y la herrería.

Dabel Inchaurrondo, conocido por todos los lamatritenses como "El Negro", tiene tantas arrugas en su cara y sus manos como mañas para realizar su pasión por la carpintería y la herrería.

"Coraje no me falta", se ríe el Negro mientras recorre su taller y muestra algunas de sus creaciones.

"Empecé en la carpintería, ayudando a mi hermano. Siempre me gustó mucho pero me dediqué a la chacra", comienza diciendo Inchaurrondo que ya con los años encima le está dando paso a sus hijos en la profesión, atrás de los tractores y arados.

Desde mediados de los ´50 la carpintería de los hermanos Inchaurrondo se instaló en el barrio Chino. "Hacíamos mangas, tranqueras, de todo un poco. Lo nuestro era por afición y ahora lo hago como hobbie", cuenta y agrega que "cuando tengo un rato libre hago artesanías".

Un pequeño carro da una muestra acabada de su capacidad. También una casilla rodante, armada íntegramente por el Negro y con detalles que sorprenden. Hasta el juego de cuchillos es artesanal.

"Los trabajos grandes (mangas, tranqueras, etc.) se hacen por una cuestión económica. En los chicos se hace algo más fino. Me gustan mucho los dos y a la gente le gusta", dice. "Hay quien viene con un mueble y pide que se lo restaure pero también vienen otros a pedirte cosas y como tengo algo de creatividad lo hago sin problemas", insiste el entrevistado.

La mejor madera depende de la labor a realizar detalla y asegura que el urunday es mucho más lindo que el roble aunque este tenga "mayor publicidad". "No hay un clima mejor o peor, el problema ahora es que las maderas llegan muy verdes", explica.

"Teniendo los materiales ya preparados, una tranquera se puede hacer en dos horas; una manga en diez días. Todo depende del tiempo que se le dedique. Una artesanía no se puede medir el tiempo porque se hace en los momentos que uno tiene libre", cuenta el Negro que siempre trabajó solo.

En La Madrid el oficio de la carpintería "se va perdiendo", reconoce Inchaurrondo. Es que la mecanización y la industrialización parecen haberles ganado la pulseada a los viejos amantes del olor al aserrín y el serrucho. "Es como todo, ya no hay relojeros ni el que arregla los acumuladores. Muchos prefieren comprar el mueble en la mueblería por más que sea de menor calidad que el artesanal", sentencia.

"Siempre me inspiro en algo que veo. Otras veces sale de mi cabeza", cuenta sobre el proceso creativo de las artesanías.

La inspiración llega desde distintos lugares, inclusive de los Menonitas. "Para hacer los trabajos hay que ponerle todos los sentidos pero lo lindo es verlos terminados", asegura el Negro.

Una de sus creaciones tuvo como destino la vieja Europa. "Vino una señora y me dijo que quería comprar un juego de cocina para uno de los italianos que vienen siempre a La Madrid, se lo hice y se lo llevó para allá", rememora.

"La carpintería es más difícil porque a un fierro que lo cortaste mal lo podés acomodar. A la madera sí o sí hay que trabajarla bien porque si no no podés hacer nada", compara.

La herrería, otra pasión: Ya dentro del galpón, el Negro Inchaurrondo descubre discos de arado transformados, parrillas y otras creaciones "la mayoría invenciones mías", afirma.

Con sus creaciones ha competido en varias ediciones de los Juegos BA. Otros tantos se pueden encontrar en distintas casas de La Madrid.

"Los trabajos los voy haciendo de a poco, poniendo fierro por fierro. También los hago por hobbie porque muchas veces acá no los podés vender", comenta.

El Negro Inchaurrondo se despide. Todo elemento en el tinglado tiene algo de él. Desde la herramienta más pequeña hasta la más grande, todo es producto de su inventiva, su constancia y su pasión por la carpintería y la herrería.

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