LAMADRID

"Si me dijeran que no puedo correr más, sería como que a un pájaro le corten las alas"

Personas y personajes de La Madrid Atleta, boxeador y ex bombero voluntario, Américo Serrano cuenta su rica historia. Sueños y realidades de alguien que la luchó toda su vida.

"¿Qué tengo yo para que me hagas una nota?", pregunta Américo Serrano. La respuesta es simple: una vida llena de sacrificios y logros. No muy convencido, finalmente acepta la propuesta.

Sus ojos parecen clavarse en el horizonte cuando habla de su niñez "difícil", recuerda. Nacido en el seno de una familia humilde, su guía es la autosuperación.

Américo cumplirá 63 años el próximo 17 de julio. "Desde muy chico hice deportes; siempre me gustó mucho. Hubiese querido ser tenista, pero nunca tuve la oportunidad de comprarme una raqueta", comienza diciendo.

Con las alas al viento

Encontró su lugar en el deporte en el atletismo, desde hace más de una década. De chico había jugado al fútbol en Racing y luego en Barracas.

"Amo correr. Si me dijeran que no lo puedo hacer más, sería como que a un pájaro le corten las alas; me moriría", asegura mientras lanza un risa nerviosa. Américo habla, reflexiona.

Serrano es uno de los iniciadores de la Agrupación Atlética de General La Madrid. Luego de años de esplendor bajo las órdenes de Fernando Mángano, el grupo fue disminuyendo hasta ser hoy uno minúsculo, con muchos sacrificios para despuntar su pasión.

La idea de Américo y "algunos muchachos más" es poder lograr que un profesor los entrene, así como utilizar el atletismo para reunir a chicos que no tienen actividades y "ayudarlos y refugiarlos en el deporte".

Su primera carrera fue en Olavarría y luego siguieron los viajes por la provincia de Buenos Aires y el país. "Somos como una gran familia, porque nos cruzamos constantemente" dice.

El entrevistado se jacta de "haber descubierto a, tal vez, los mejores corredores de La Madrid: Miguel Núñez y Mario Castro. "A Miguelito (Núñez) lo llevé una vez a cazar mulitas y lo vi correr con botas de goma. Le dije que tenía que ir a la Agrupación y al poquito tiempo estaba acá, con nosotros", apunta.

"Correr es una terapia para mí. Salgo a entrenar y me olvido de todo", comenta, regresando al hilo de la conversación.

El físico menudo de Américo le ha comenzado a pasar factura. Sufre de artrosis en las rodillas y sin embargo no se resigna a su pasión. "Voy a seguir corriendo hasta que me dé el cuerpo y si Dios me lo permite", indica, y se pone como límite superar los 70 años y seguir en actividad.

Una revancha con la vida

La niñez de Américo Serrano no fue la que hubiese soñado y sin embargo se supo reponer de esos golpes. Fue por ello que en su juventud comenzó a practicar boxeo. La historia de los pugilistas en general se ha repetido: una vida de ausencias, sacrificios y logros.

"Para mí fue como una revancha contra la vida. Quería como vengarme de lo que había pasado en la niñez", cuenta casi en secreto. Américo Serrano mira fijo, será la única vez en la charla que se mantendrá serio. Busca ubicar cada palabra, razonarla.

"Empecé de muy chico, tenía 13 ó 14 años, y mis padres no me dejaron seguir. Después que volví de la ‘colimba’, empecé de nuevo", recuerda

Completó 35 combates en diversas ciudades de la zona. Como las figuras de antaño tuvo su "clásico rival": un joven de Pringles de apellido Lescano, con quien combatió en tres oportunidades. "Fueron peleones y la gente se paraba para mirar", sostiene.

"Mi problema era que me encontraba con tipos altos y yo soy petiso. Tenía que ir a la pelea guerrera", analiza.

"Ahora, con lo poco que sé... tirar las manos, hacer guantes... ayudo a los chicos que están entrenando. Hay que tener mucho sacrificio y constancia. Te tiene que gustar, porque si no no lo hacés", insiste.

"Cambió mucho el boxeo. Antes eran más aguerrido y ahora es pura técnica", compara. "Para ser boxeador se necesita mucho amor propio y no achicarse", asegura.

La vida detrás del micrófono

La vida de Américo Serrano no ha sido todo deporte, también se da el lujo, desde hace más de una década, de conducir un programa radial junto a su esposa (Lourdes).

"Empecé como un hobby, junto con Rubén ‘Zorrita’ Bello. Estuve como tres años para perderle miedo al micrófono, pero ahora ya estoy acostumbrado. Primero ensayábamos en un taller y de a poquito nos fuimos perfeccionando", expresa.

Una memoria prodigiosa y "muchas horas escuchando radio" le han permitido acordarse a muchos de los autores de la música de los 60, 70 y 80. "El show del recuerdo", se titula y se transmite los sábados por FM Orion de La Madrid.

"En mi vida tuve cosas lindas y malas. Pero si le sacás el humor, qué le queda. En lo posible no hay que pensar en negativo", reflexiona por último. Américo vuelve a sonreír.

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