Travesía entre los océanos Pacífico y Atlántico Lleva recorridos más de 1.500 kilómetros en bicicleta y en pocos días más alcanzará la meta: Necochea.
Arribó ayer a La Madrid apenas unos minutos antes de las 15. Antes de la rotonda con Arboledas se le unió "Nito" Gutiérrez junto con un grupo de ciclistas, familiares y amigo. El último tramo lo hizo contando anécdotas del viaje. "No imaginé que me iba a esperar tanta gente. Es muy emocionante", resumió Pepo, en sus primeras apreciaciones.
Partió desde la costa chilena hace dos semanas y, tras recorrer exactamente 1.503 kilómetros, llegó hasta el ex Colegio Nacional -institución educativa en la que trabajó muchos años-. "Ahora queda la última parte del viaje. Descanso y mañana (por hoy) sigo", contó. Temprano retomará la ruta 86 y llegará a Laprida. "Si estoy bien seguiré hasta Benito Juárez", dijo.
Las felicitaciones se repetían. Una bandera rezaba: "Valora el tiempo y la libertad, son tu mayor fortuna". Un dibujo de un Pepo flaco era la postal del aventurero. La bicicleta, a un costado, fue la postal de todas las fotos. La barba no dejaba ver el rostro evidentemente cansado, pero sí la felicidad. Según calculó, pedaleó en promedio 120 kilómetros diarios. "Son unas 8 ó 9 horas arriba de la bicicleta", indicó Pepo. La altura máxima que alcanzó fue al llegar al cordón montañoso que separa Chile de la Argentina y parte del trayecto lo tuvo que hacer caminando por la falta de aire.
El viaje lo emprendió solo y así lo piensa terminar. "Andaba mucha gente en la ruta, haciendo otros viajes. Me encontré con algunos, pero no viajamos juntos", repasaba cuando le preguntaban. "Fue muy emotivo encontrarme a la familia Pietravallo -también de La Madrid- en la ruta", lanzó como una breve anécdota. "Es una alegría llegar. Casi todos los días recorría más de 100 kilómetros y me sentía cansado; hoy, tal vez porque estoy acá, me siento mucho mejor", mencionó Correa. "Se me pasan un montón por la cabeza. Vas viendo las cosas que conocés y hace varios días que no ves y, más allá de que uno está confiado en terminar el viaje, no está seguro de poder hacerlo, por eso es tan emocionante", culminó.
Todos quieren saludarlo, todos quieren preguntarle algo. El para y charla. "Todavía no alcancé la meta, cuando lo haga hacemos la nota", dice, y se despide, feliz, sabiendo que está en casa y a pocos kilómetros de completar esa "locura" que soñó y que está a punto de hacerse realidad.