Otro febrero más con el final anunciado y sin respuestas por parte del gobierno provincial a los reclamos del sector docente, para que el inicio de las clases fuera con aspectos básicos y normales para las instituciones, los docentes, padres y alumnos.
En el escenario de un país de marcados contrastes, de burocracias gigantes y con enormes deudas sociales, la escuela sigue siendo una de las pocas instituciones que al cabo de la sumatoria de crisis siempre dio respuestas y es una de las pocas en las que la ciudadanía todavía cree y deposita algo de esperanza. Se mantiene en pie pese al desprecio de plano que muestra sistemáticamente el gobierno provincial.
¿Cuántas veces hemos escuchado que la solución es invertir en educación? Una pregunta en tono afirmativo que al momento de ponerla en práctica, se diluye en palabras.
En el caso de Laprida el servicio de comedores escolares es un tema muy complicado y delicado que comenzó a agudizarse en el 2012 con el marcado y conocido retraso en el pago a proveedores, con escuelas que no recibieron pan en algunas semanas y licitaciones desiertas por el incumplimiento en los pagos.
Ya el acotado contenido de presupuesto del programa Escuelas Abiertas en Verano 2013 no ofreció en el distrito el servicio de comedor como se venía ofreciendo años anteriores. Y en esta primera semana de clases ningún establecimiento del distrito recibió comida para sus alumnos.
Trascendió que en diez días más podrían recibir en el Consejo local fondos para emparchar la situación. ¿Y mientras tanto?
Pero ejercitando la memoria ante casos extremos como éste e incluso de menor perfil, es inevitable no establecer comparaciones que a uno le hacen analizar: ¿qué hubiera sido si esta situación que atraviesa este servicio de la educación provincial, hubiera ocurrido durante la gestión de otro gobierno que no fuera peronista?
Sin temor a equivocarnos, un arsenal de reflexiones y soluciones ya hubieran subido al escenario mediático con acusaciones y planteos desde lo social, con ese golpe de efectos al que siempre recurrió y utilizaron como estrategia de oposición varios funcionarios hoy de la actual gestión local, cada vez que marcaron anomalías y denuncias.
Sin embargo, el silencio por estas horas predomina, es más, se percibe claramente. Si bien la raíz y el nudo de esta trama perversa es provincial, han agachado la cabeza y ninguna figura política en materia educativa o municipal a nivel local ha salido a poner la mejilla, al menos para defender lo indefendible, explicar alternativas, soluciones o cómo salir de esta problemática en el corto plazo.
Las cuentas parece que no dan en la Provincia y siguen en claro contraste con los discursos de la presidente CFK. Cómo se entiende en un país que entre "goles, gambetas, tacos y festejos", se publicita que despega y crece, la provincia más importante de Argentina no cuenta con fondos suficientes para alimentar a los chicos en las escuelas y posicionar mejor desde lo económico ante la inflación, a los actores de una de las patas más importantes como es la educación.
Y acá surge otro dato no menor y significativo que por ahí quedó en el olvido de la memoria económica y es que en el peor momento de la crisis del 2001 con los Patacones y economías descalabradas -utilizada hoy como caballito de batalla en cada discurso por este gobierno-, el servicio de comedores escolares estuvo siempre garantizado en todas las escuelas de la provincia.
Pero claro, si las quitas, topes y recortes siempre van en dirección para un mismo lado, como en este caso, retrocedemos como país. Se escucha y se insiste que la provincia está en crisis, pero no puede ser la excusa para todo. Porque si se apunta a tener un futuro como país, se debe invertir y priorizar en educación, partiendo de la sabia premisa que no es un gasto sino una inversión y para hacer valer más que nunca el creativo lema para todos y todas que tiene este modelo. (Marcelo R. Beltrán/Agencia)
