Como local, derrotó 4 a 2 a Platense de Laprida El Deportivo lo dio vuelta en el suplementario y se quedó con el torneo con autoridad. Maximiliano Aguirre, con dos goles, fue el jugador determinante de la final.
El partido fue de trámite parejo, con un Platense bien ordenado y que tal vez mereció más suerte. Pero el Deportivo, que estuvo dos veces abajo en el marcador, se puso el traje y fue quien lo definió en momentos clave.
La primera parte no fue bien jugada, con los lapridenses mejor posicionados en el campo de juego y llevando mayor peligro al arco de Lorca, que intercambió buenas y malas. En el Calamar Arena fue de lo más regular y se sintió su salida por lesión.
Cuando apenas iban 4 minutos de la segunda etapa Rubén Tellechea se hizo cargo de un tiro libre, que rozó la barrera y descolocó al 1 local. La ventaja era merecida por lo hecho hasta allí.
A los 9´, Rubén Bello se aprovechó de un error de la defensa para decretar la transitoria igualdad. Otra desatención en la defensa barraquista le dio la oportunidad a Lucas Celiz, de cabeza, de adelantar nuevamente a los visitantes. A los 25´ Maxi Aguirre hizo su primer aporte en el partido cuando, tras una falla entre el arquero Caparrós y sus defensores, se "llenó" el empeine y puso el 2 a 2.
De ahí en más el tanteador no se movería hasta el suplementario. En el Estadio Ciappina - Morante el frío no amilanaba a las hinchadas, que sufrían con cada ataque.
Por lesión salió Arena y a eso se le sumó la expulsión de López. Platense lo sufrió y Barracas aprovechó para crecer en su juego, que no había sido de lo más claro. Siguieron las jugadas en ambas áreas; sobre el final lo tuvo Gianfranco Justo pero la tapó Lorca.
En el suplementario Barracas tuvo mejor puntería. A los 2, Maximiliano Aguirre por detrás de todos, conectó un gran cabezazo que dejó parado a Caparrós. A los 11 llegó el tiro libre ejecutado por Diego López y Nazareno Enríquez saltó más que el resto para apenas desviar la pelota que se fue a dormir el sueño del gol.
A la carga fue Platense y el Lobo se paró de contra. Los visitantes pudieron haber descontado, pero también pudieron adelantarse los locales con varias desperdiciadas. Los 30 minutos del suplementario fueron los mejor jugados, los más emocionantes y los que no resisten análisis, porque el corazón gana a la cabeza y los nervios a la razón.
El pitazo final del árbitro Gadea desató la fiesta en el barrio Chino. Los hinchas, que coparon el estadio, festejaron, los jugadores festejaron, los dirigentes festejaron... el fútbol festejó. El respetuoso aplauso de la parcialidad y del equipo Calamar coronó la vuelta olímpica. Más tarde llegaría la entrega de premios y la interminable caravana por el centro de La Madrid.
