LAMADRID

"Fue una experiencia muy buena desde lo personal y desde lo profesional"

Entrevista a Joaquín Beratz El joven médico de Arboledas, que cursó la secundaria en La Madrid, estuvo realizando una pasantía en Francia. Cuenta la experiencia de vivir y trabajar en el país de las luces.

Joaquín Beratz (30 años) nació en la vecina localidad de Arboledas (Daireaux) y cursó sus estudios secundarios en el ex colegio Nacional de General La Madrid. Se recibió de médico en la UNLP y comenzó su residencia en el Hospital Interzonal de Mar del Plata. Fue allí cuando tuvo la oportunidad de conseguir la beca para realizar una pasantía en el hospital Institute Callot, que pertenece a la fundación Opal, en Francia.

Junto con su mujer Cecilia, se instaló en Berck Sur Mer en la región norte de Francia a unos 50 kilómetros de Boulogne Sur Mer (ciudad donde falleció San Martín), también se encuentra en las cercanías de Calais, que es el paso obligado para llegar a Inglaterra.

El contacto llegó por un colega y luego de los trámites burocráticos se emprendió en la aventura. "Estuve becado por un año. Fue una experiencia muy buena desde lo personal y desde lo profesional", asegura.

"Vivíamos en un edificio que se lo conoce como internat (internado), junto con otras personas de distintas nacionalidades, argelinos, moldavos... Se comparte cocina y comedor y cada uno tiene una pieza con baño", cuenta Beratz sobre el modo de vida.

Le Institute: "El hospital es público semipúblico, dedicado a la ortopedia y tenía servicios de reumatología y rehabilitación. Yo trabajaba con un traumatólogo, que se dedicaba a cirugías de miembros inferiores. También conocí a otro profesional que trabajaba sobre miembros superiores", relata.

"Son jornadas de aproximadamente 12 horas diarias, muy intensas. Todo el mundo trabaja en equipo, es ordenado y hay mucha disciplina", destaca el profesional. "El trabajo quirúrgico es similar al nuestro, pero están muy avanzados en cuanto a los implantes y materiales, así como los sistemas de asepsia", indica.

"No se podrían comparar los ambientes hospitalarios con los argentinos porque los de allá están muy bien equipados y ordenados; algunos hasta tienen televisor LCD", cuenta.

"El hospital da sobre la costa de la playa. Hay un cerco de alambre y está la arena. Muchas de las habitaciones dan al Canal de la Mancha. La vista es muy bonita y muchas veces ayuda a los pacientes para que se distraigan", dice.

La ciudad de las luces: "La calidad de vida es muy buena. La beca que me otorgaron es como un salario mínimo e igualmente alcanza para vivir muy bien. Los comestibles son baratos, se consume muchos quesos, bebidas... Las comidas son parecidas a las de la Argentina pero hay mucha variedad", comenta.

"La gente es abierta y te ayuda mucho. El idioma fue una complicación al principio, a pesar de que habíamos estudiado. Lo más difícil es la pronunciación porque en el norte tienen un dialecto propio, donde se acentúa la pronunciación, como si fuera el cordobés acá", explica Beratz.

"Desde el punto de vista profesional me deja mucho cómo se trabaja y la formación. Es algo totalmente diferente a lo que se ve en nuestros hospitales", marca. "Desde la parte humana, nos permitió enriquecernos culturalmente porque tuvimos la oportunidad de viajar a otros países de Europa o en la misma Francia, donde en muy pocos kilómetros de diferencia existen costumbres diferentes unas con otras", concluye Joaquín.

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