Existen mitos en torno a en qué momentos del día es aconsejable comer y cada cuanto tiempo. Distintos hábitos repercuten. El licenciado en Nutrición Martín Gancedo explicó como influyen determinadas actividades y costumbres.
Por Milagros Pianciola
Hoy en día se difunden distintos mitos que se han vuelto populares en relación a los hábitos alimenticios establecidos como "saludables". Se cree por ejemplo que el horario del día en que se come influye en la cantidad de grasa que se almacena en el cuerpo, también que es recomendable comer cada 2 ó 3 horas. El profesor de Educación Física y licenciado en Nutrición Martín Gancedo desmintió estas creencias y explicó qué factores pueden afectar al almacenamiento de grasa en el cuerpo.
El aumento de la grasa corporal y la obesidad es uno de los principales motivos de riesgo en personas, ya que puede desencadenar diversas enfermedades crónicas como diabetes, enfermedades cardiovasculares, entre otras. El almacenamiento de grasa y el surgimiento del apetito constante durante el día son cuestiones que las personas pretenden evitar a través de los hábitos alimenticios y actividades.
Una de las costumbres y creencias es en relación al horario en que se elije comer en el día, el cual según el licenciado Martín Gancedo no influye en el almacenamiento de la grasa, pero es recomendable regular los horarios para utilizarla mejor. "Cada vez que comes producís hormonas como la insulina por ejemplo, que es la encargada de almacenar la grasa, entonces depende lo que comas esa hormona se va a producir en mayor o menor medida, obviamente si se come hidratos de carbono se va a producir en mayor cantidad", explicó el licenciado Martín Gancedo.
Además el horario de las comidas se vincula al tiempo de espera entre una y otra. Anteriormente se recomendaba comer cada 2 ó 3 horas para no generar un gran apetito y poder saciar el hambre durante el día. Esto no es aconsejable ya que "generaría picos de insulina todo el tiempo y, no solo que almacenaríamos más grasa, sino que también la insulina en exceso puede llegar a generar inflamación en el cuerpo y desencadenar un montón de enfermedades", indicó el licenciado en Nutrición.
Hoy en día ya no se recomienda comer cada 2 o 3 horas como se aconsejaba antes, sino que se deben ingerir 3 o 4 comidas por día, y dejar un tiempo de entre 5 y 6 horas. "Hay una corriente antigua que todavía sigue avalando que hay que comer cada 3 horas, para una persona normal comer cada 3 horas no traería ningún beneficio, sino más complicaciones, pero para una persona que quiere aumentar de peso o ganar masa muscular porque entrena mucho o va al gimnasio si se recomendaría", aseguró Martín Gancedo.
En el almacenamiento de grasa y la regulación del apetito también es importante el tipo de actividad física que cada persona realiza, ya que depende el gasto energético. "Por ejemplo, si uno va a correr muy probablemente tenga más apetito después de correr por el tipo de actividad física que está haciendo, porque se producen unas hormonas particulares. En cambio cuando uno va al gimnasio, si bien el gasto energético a veces puede llegar a ser menor porque el tiempo que nos estamos moviendo es menor en el gimnasio, muy probablemente la persona no tenga tanto apetito porque son diferentes mecanismos hormonales que se utilizan", sostuvo el licenciado en Nutrición. Depende el tipo de actividad física que haga la persona, la duración y el desgaste físico que tenga, esto puede llegar a generar más apetito en la persona. Aún así no es algo que esté garantizado, sino que depende de cada persona. "Para mi, como una opinión personal y si bien está documentado en varios libros, el mantenerse ocupado, mantenerse haciendo actividad física, evita que tengamos hambre o pensemos en comida", opinó Gancedo.
Otro de los factores que afecta a estas dos cuestiones es la calidad de los alimentos que se consumen durante el día. "Hay alimentos que son altos en azúcares, que tienen sabores muy intensos, dulces o alimentos que tienen combinación de mucha grasa con hidratos de carbono en proporciones similares que suelen ser más adictivos, entonces la persona cuando consume este tipo de productos suele tener mucho hambre, mucho apetito y no tiene saciedad", señaló el licenciado en Nutrición. Estos alimentos contienen 50% grasa y 50% hidratos de carbono, como por ejemplo bizcochos, budines, pan dulces, helados, entre otros, y todo lo que se venda en los kioscos, por ejemplo alfajores, turrones, barras de cereal, caramelos, gomitas. "Todo ese tipo de productos no suelen generar saciedad y por el contrario suelen aumentar las ganas de comer, lo mismo pasa con los jugos, las gaseosas y toda esa gama de productos que tienen edulcorantes y azúcar o cualquier otro endulzante artificial", sostuvo Gancedo.