Laura Lucas, tercera generación de un sentimiento familiar.
"El 20 de mayo de 1996 -justo el día del cumpleaños de mi abuela Blanca, esposa de mi abuelo Juan, que también era escribano- comencé a trabajar como escribana. Van 26 años, aunque la pandemia me "robó" un año así que la medalla me la dan este año" comenzó diciendo Laura Lucas, quien hoy celebra el Día del Escribano, con la habitual simpatía y la sonrisa que pocas veces desaparece de su cara.
"La influencia familiar hizo que siguiera estudiando como escribana. Es que hace más de cien años que tenemos el Registro 1 y que hay un escribano en la familia Lucas, así que por más que una quisiera pensar en otra cosa la influencia es muy fuerte. Se lleva en la sangre, y espero que alguno de mis hijos siga el mismo camino" dice riéndose mientras ruega que el legado continúe con Juan Bautista (17) o con Bernardo (14).
"Mi tío abuelo (Jorge Lucas) era adscripto de otro escribano, que era tío de mi abuelo, y mi abuelo Juan también era escribano. Mi abuelo adscribió a mi papá (Juan Alberto) y mi papá a mí, y espero que alguien me siga", agregó, "aunque mis hijos ellos cambian de opinión respecto de lo que quieren estudiar. En realidad, les pesa el trabajo de escribanía porque lo viven conmigo, ven cómo es esta actividad. Una vez, cuando yo me llevaba carpetas y expedientes a casa para trabajar, Juan Bautista que era chiquito -5 o 6 años- me dijo "¿mamá, por qué no sos bombero?". Le pregunté por qué, y me dijo "para no llevarte trabajo a casa". Es que trabajaba todo el día y después me llevaba tarea a casa, así que le robaba tiempo a ellos. Así que cuando pienso en la medalla que me van a dar por los 25 años a quienes más tengo que agradecerles, además de mi papá por darme el lugar y enseñarme, es a mis hijos por la paciencia y por robarle tiempo de mamá para ser escribana" continuó contando Laura, en el escritori de la escribanía ubicada en la calle Moreno.
La aparición de la tecnología, sin dudas, ayudó bastante a los escribanos en su tarea diaria y Laura afirmó: "Sí, por supuesto. La tecnología agilizó muchísimo. Ahora tenemos muchos trámites que se hacen digitales y todo eso acelera las cosas. Antes pedíamos un certificado y tardaba veinte días o se perdía en el camino. Además, tenemos la prueba de que enviamos el pedido. Todo es más ágil. Yo arranqué con un sistema DOS, el programa viejo de la computadora, y ahora es todo digital por lo que nos fuimos adaptando" explicó.
"Mi papá (Juan Alberto) se jubiló hace diez años, en 2011, y decía -como un chiste, por supuesto- que tenía que jubilarse por incapacidad porque no sabía manejar la computadora. Es que hay que aggiornarse, hacer curso y estar perfeccionándose porque todos tenemos firma digital, certificaciones digitales, y eso se aprende. Además, me gusta estar siempre al día" señaló Laura.
Respecto del trabajo que hace diariamente, la escribana Lucas manifestó que "acá en Olavarría los escribanos hacemos todo. Lo único que yo hago acá, que no hacen otros escribanos, es regularización dominial. Soy la encargada del Registro 1 de Regularización Dominial de la provincia de Buenos Aires, en Olavarría por supuesto, y todo lo relacionado con regularización dominial y consolidación de dominio lo hago yo, por intermedio de la Municipalidad ya que trabajamos en conjunto. Y trabajamos muy bien, porque eso regulariza propiedades que están fuera del sistema, porque estaban con posesiones, con cadena de boletos, o la abuela se la dejó al nieto y nadie escrituró. Con este sistema los incorporamos dentro de la legalidad, le damos un título con la Ley 24.374 y así entran en el mercado, además de darle seguridad a la gente, porque tienen un papel que dice que esa propiedad es de ellos".
"¿Qué me gusta más de la escribanía?...charlar con la gente. Lo más lindo es eso, el trato con la gente. Lo que hacemos los escribanos es aunar las voluntades de las partes y lo nuestro tiene muchísimo trabajo administrativo, pero lo lindo es sentarte con la gente, que te explique con sus palabras lo que quiere hacer y nosotros le damos el marco legal, vemos qué forma tiene la voluntad de las partes para hacerlo. O vienen con conflictos que logramos solucionar. ¿Y lo que no me gusta?...poner la cara por el Estado. Poner la cara por todos los trámites que se traban en la parte administrativa y si bien se le explica a la gente que se demoró por una falla en el sistema o porque perdieron el expediente o por un paro en el Registro, y la cara la ponemos nosotros. Entonces el cliente, con toda la razón del mundo, se la hace al escribano", explicó en el único momento en que se puso muy seria.
"Por supuesto, uno sabe cómo trabaja. Yo hace 26 años y mi papá trabajó 46, con una trayectoria enorme, así que la gente sabe qué forma de trabajar tenemos. No es tanto el enojo porque saben cómo somos, a mí me enseñaron a trabajar con una determinada ética que respeto absolutamente y así también respeto a mi padre, a mi abuelo, a mi tío abuelo y a toda la familia porque tengo una responsabilidad de estar a cargo del Registro" terminó diciendo Laura Lucas, quien se recibió de abogada en 1995 en la Universidad Católica de La Plata, "y en el ?96 terminé el posgrado de escribanía, y en mayo del ?96 juré como escribana".