Julio Bide, uno de los históricos arquitectos olavarrienses, cuenta su historia.
"Me ayuda el golf a mantenerme bien. Un día me invitaron a jugar, me entusiasmé y sigo. Por eso me encuentro bien" rompió el hielo Julio Bide (72) para luego comenzar la charla para contar un poco de su vida, de sus estudios y de su trabajo, porque no ha dejado de trabajar desde que se recibió a los 25 años en La Plata por lo que hoy, más que nunca y de una manera muy especial, celebra el Día del Arquitecto.
"Yo terminé el secundario en el Colegio Nacional y después me fui a La Plata a estudiar arquitectura. ¿Por qué arquitectura?, en principio, en mi época había cuatro posibilidades: Normal, Nacional, Industrial y Comercial, en el sentido de que tres tenían salida laboral y se decía que Nacional no tenía salida laboral. Era como que estabas supeditado a seguir una carrera universitaria, y como yo tenía facilidad para dibujar entonces de entrada me enfocaron y pensaron que tenía que ir al Nacional para luego seguir estudiando. En tercer año la profesora de Dibujo me dijo que había una carrera para mí, importante, que podía desarrollarla, porque tenía facilidad para el dibujo, me gusta pintar" siguió diciendo Julio, uno de los mejores basquetbolistas que tuvo Olavarría, que comenzó en su club, Loma Negra, y que siguió en Estudiantes, además de ser capitán de la selección olavarriense.
"Eso, de alguna manera, me hizo pensar en la carrera y por otro lado, viniendo de donde soy, la Villa Alfredo Fortabat y de Loma Negra CIASA, tenía a través del básquetbol a mis amigos que eran trabajadores de la oficina técnica, es decir dibujantes. Tenía esa visión de lo que podía hacer allí, me entusiasmó y comencé, la terminé y no me arrepentiré nunca. Empiezo a estudiar mil veces y la vuelvo a elegir" agregó Bide, quien era de aquellos jugadores que podían ser base o escolta, o alero, con un tiro exterior impresionante, destacándose inclusive cuando a nuestra ciudad llegaron los jugadores extranjeros.
"Mi abuelo (Bautista) trabajó en la fábrica y mi papá (Julio Federico) también, estuvo en la administración toda la vida" recuerda Julio, quien se recibió en 1976, para contar después que "vine a Olavarría y comencé a trabajar con el ingeniero Nelson Di Giácomo y empecé con él a trabajar en la parte privada. A su vez tenía tareas, que se fueron incrementando con el correr del tiempo, en la empresa Loma Negra pero no como empleado. Inclusive, me convocó una vez para ir a un congreso de arquitectura en Madrid y pude recorrer Europa con cartas de recomendación de Loma Negra CIASA. Eso también ayudó, porque estuve haciendo trabajos de proyectos, de dirección, de construcción y de refacción en la antigua planta, reacomodando espacios de trabajo, transformando lugares como una casa importante que se deshabitó ya la transformé en un hotel a solicitud, en ese momento, de Amalita Fortabat. Teníamos una amplia vinculación con don Alfredo, Amalita y yo personalmente con la Fundación Fortabat".
"Eso fue un costado que me permitió durante muchos años ir desarrollando la profesión paralelamente a lo que se iba gestando en la ciudad. Una ciudad que, para mi, ha sido muy generosa porque me llovieron las obras. En un momento teníamos mucho trabajo con Carlos Carrera, quien era de Tres Arroyos, sobrino de Pepe Arena, y se instaló acá porque creía que que Olavarría era más pujante que Tres Arroyos -y supongo que lo sigue siendo-, pero después él decidió irse en 1984 a España. Y seguí solo" continuó diciendo Julio, figura máxima de aquel equipazo que tuvo el básquetbol de Loma Negra en 1974, con Mario Masson, Roberto Bruno, Jorge Neun, Ernesto "Dady" Pires, Luis "Lucho" Faedda, Luis Sentenac, su hermano Raúl "Lachi" Bidé, los hermanos Raúl y Omar Lindner, entre otros. Después se fue a Estudiantes y allí también fue figura, junto con el inolvidable Roby Colmenero y coincidió con la llegada de Joe Hord al Bataraz.
En la construcción se dice que el arquitecto es el más soñador, el que más vuelo y que tiene proyectos que son diferentes, a lo que Bidé señaló que "es el que genera el proyecto. Las ideas son las que tienen que ver con una preparación universitaria bien completa. Y los arquitectos nos permitimos volar con las posibilidades que tiene la construcción y los materiales, porque aprendemos un poco a soñar obras que están destinadas al ser humano. Salimos de la facultad con una misión: mejorar el hábitat, hacer algo por el hábitat. Y el hábitat no es sólo una casa, sino que también es una plaza, es un hospital, es una escuela, es un club o cualquier tipo de construcción que tenga que ver con el ser humano. Con la agrupación humana, con el encuentro. Por lo tanto, generalmente podemos ser soñadores porque estamos pensando en un cambio en donde los comportamientos humanos a veces logramos que mejoren, porque la habitabilidad ha mejorado, porque tenemos otras posibilidades constructivas y que están en permanente cambio" explicó el reconocido arquitecto, cuyo hijo Federico siguió sus pasos y también es arquitecto, mientras que su hija Amalia (también fruto de su matrimonio con Amalia Reilly) es psicóloga.
"Fundamentalmente, lo que más ha cambiado -además de la cantidad y de la calidad de los materiales que aparecen en el mercado- es el concepto de restaurar, de reciclar y de comprender a la naturaleza, de respetar a la naturaleza, cosa que hace algunos años atrás no ocurría. Hoy por hoy, ver cómo se posa una obra en un terreno, ya sea en un espacio verde o en un lugar con mucho conglomerado, todo eso ha cambiado para bien y tiene que ver con otros aspectos como la discapacidad, ya que permanentemente vemos que el acceso debe ser libre para todas las personas" señaló Julio, un deportista por naturaleza, ya que si bien juega al golf, en su juventud también se dedicó al fútbol ("Un día Moriones me dijo: Julio, es el básquetbol o el fútbol, tenés que elegir. Y finalmente elegí el básquet", recuerda), al tenis y, obviamente, el básquetbol.
"Eso lo aprendemos en la facultad porque uno de los maestros mundiales de la arquitectura, que se llamó Le Corbusier, suizo nacionalizado francés, implementó la rampa. Antes se veían que eran todas escalinatas, ya que es muy interesante elevar las construcciones por muchos motivos: inundaciones, porque se exalta, etc., pero no se contemplaba la accesibilidad. Le Corbusier comenzó con las rampas, fue muy criticado, y hoy después de setenta años la rampa es algo inevitable en todas las construcciones" continuó contando.
"Yo estoy trabajando desde el año 1976, cuando me recibí; no paré y no pienso parar. Porque es una vocación, y no descubro nada cuando digo que hay muchos arquitectos famosos de la Argentina y del mundo como Clorindo Testa, Mario Roberto Alvarez, César Pelli, que a los 95 años iban todas las mañanas a sus estudios de arquitectura, y lo hacían con placer. Es que todo arranca con un crayón, con un lápiz, un papelito, un bosquejo, un croquis y a partir de eso se plasma después algo constructivo, algo que surge y se concreta, y es muy placentero empezar a bocetar algo que después se transforma en una realidad, en algo que es útil para el ser humano y para la sociedad. Eso da muchas satisfacciones. No veo sentido dejar, porque la palabra jubilarme no está dentro de mis cánones, en absoluto" terminó diciendo Julio Bide.