Tras haber quedado afuera de la convocatoria para la Copa del Mundo de 1978, el Pelusa finalmente pudo jugar en la máxima cita del fútbol, pero no salió como lo esperaba.
Cuatro décadas atrás en el Camp Nou empezaba a escribirse una historia mágica para la Argentina y el planeta, cuando un joven de 21 años llamado Diego Armando Maradona debutaba en un Mundial, aunque ése torneo de España 1982 no sería lo que él y el resto de la Selección esperaban.
Tras haber quedado afuera de la convocatoria para el Mundial de 1978, el Pelusa llegaba finalmente a la máxima cita del fútbol: tres años antes había conquistado el primer Mundial Sub 20 en Japón, ocasión en la que había demostrado su potencial.
La Argentina, todavía con César Luis Menotti en el banco, llegó a España con la intención de revalidar el título obtenido en el Monumental: a aquel plantel, con nombres como Ubaldo Fillol, Daniel Passarella, Daniel Bertoni y Mario Alberto Kempes, se le incorporaban jóvenes como Maradona, Ramón Díaz, Gabriel Calderón y Juan Barbas.
El clima del combinado argentino no sólo dependía de lo futbolístico, sino que también jugaba un factor adicional: la Guerra de Malvinas, que conmocionó al mundo los meses previos al torneo.
El partido inaugural del certamen fue contra Bélgica y se llevó a cabo el 13 de junio en el estadio del Barcelona, club que ya tenía todo acordado con el criado en Fiorito para que vistiera la camiseta blaugrana tras el Mundial. El Diego formó parte de la alineación inicial que paró el Flaco Menotti y la 10 empezó a adherirse a su espalda.
El encuentro en tierras catalanas fue de ida y vuelta, con Maradona mostrando su habilidad, su velocidad, su facilidad para quebrar la cintura y su vínculo tan especial con la pelota. Por todo eso, también arrancó otra constante en su historia mundialista: las patadas. A lo largo de todo el partido el 10 fue blanco de todo tipo de golpes.
Pese a la gran cantidad de llegadas que tuvieron los dirigidos por Menotti, el único gol del partido fue para los europeos: un pase en profundidad y un mal achique de la defensa argentina posibilitaron que Erwin Vandenbergh quedara solo frente al Pato Fillol, que poco pudo hacer para evitar la caída de su arco.
En desventaja, la Argentina intentó lograr la igualdad, pero no pudo conseguirlo, a pesar de que en el ataque tenía al Matador Kempes. Sobre el cierre del partido, un tiro libre en la puerta del área belga fue ejecutado de manera excelsa por Maradona: la pelota reventó el travesaño ante la sorpresa del arquero Jean-Marie Pfaff.
Aquella caída tuvo como situación anecdótica una escena que quedó ilustrada con la famosa foto en la que seis jugadores belgas enfrentan a Maradona tras un rebote de un tiro libre.
Luego de esa derrota inicial, la Selección pudo torcer la historia y cinco días después se enfrentó a Hungría en el Estadio José Rico Pérez, en Alicante: allí el equipo del Flaco Menotti fue muy superior a los europeos, lo que quedó de manifiesto en el marcador.
La goleada 4-1 significó el debut en la red para el 10 en un Mundial y, por si fuera poco, por duplicado: además del doblete de Maradona, también convirtieron Bertoni y Ardiles, mientras que Gábor Pölöskei marcó el descuento.
El cierre de la primera ronda fue contra El Salvador en el mismo estadio de la goleada contra Hungría. El débil combinado centroamericano no pudo hacer mucho para frenar a los argentinos, que se terminaron imponiendo por 2 a 0 gracias a los tantos marcados por Passarella y Bertoni.
Los rivales de la segunda ronda no podrían haber sido más complicados: la Italia capitaneada por Dino Zoff y el Brasil dirigido por Telê Santana y con figuras de la talla de Zico, Falcão y Sócrates en el equipo.
El primer partido fue contra la Azzurra y terminó con una derrota por 2 a 1. En aquel encuentro disputado en el Estadio de Sarriá, en Cataluña, Marco Tardelli y Antonio Cabrini aventajaron a los italianos y Passarella descontó sobre el final, así como pocos minutos después Américo Rubén Gallego se fue expulsado.
El cierre del Mundial fue contra el clásico sudamericano con otra dolorosa caída, ésta vez 3-1. El dato destacado de aquel partido fue que Maradona se fue expulsado por una violenta patada a Batista. "Hay veces que al rival se le va la mano y te quiere gozar, te quiere tocar la pelota. Falcao empezó a decir `toca bola, toca bola, toca bola? y a mí las bolas... Ya las tenía... Lo quería agarrar a Falcao, pero le di a Batista. Le erré al que le quería dar", comentó años después el 10.
Con impotencia y decepción terminó la primera experiencia del Diego en un Mundial, ya que el potencial de los jóvenes incorporados por Menotti a esos caudillos del 78 habían esperanzado a todo el país.
Afortunadamente, la historia (y la magia del forjado en los potreros de Fiorito) hizo que el 10 escribiera sólo cuatro años después la historia más linda del fútbol. (Noticias Argentinas)