Semana mundial de la alergia. El lema de la campaña de este año habla de la conexión entre ambas condiciones y advierte sobre cómo afectan la calidad de vida.
El 38% de las personas con rinitis alérgica presenta también asma, mientras que el 85% de las personas con asma presenta también síntomas nasales. Ambas condiciones respiratorias pueden condicionar de manera severa la calidad de vida.
Se observa entonces que el asma y las alergias de vías aéreas son coincidentes y simultáneas.
La reacción alérgica en las vías aéreas superiores se presenta como rinitis alérgica y rinosinusitis. Puede causar estornudos, goteo nasal, picazón nasal, obstrucción nasal y tos.
La reacción alérgica en las vías aéreas inferiores se presenta como asma. Puede causar dificultad en la respiración, sibilancias, tos, flema y otros síntomas respiratorios.
La sibilancia ocurre cuando la vía aérea se reduce por la inflamación y la secreción mucosa, lo cual afecta el flujo de aire. Por otra parte, el reflejo de toser se sensibiliza por la inflamación alérgica.
La presencia de alergias en la vía aérea superior como también otro tipo de alergias, puede empeorar el asma si no se da un tratamiento adecuado. El tratamiento de síntomas, tanto en vías aéreas superiores como inferiores, ayuda a controlar el asma y las alergias.
Ejemplos de alergenos (sustancias que provocan alergia) comunes, y de otros disparadores de síntomas que están presentes en el ambiente: Ácaros del polvo doméstico, Pólenes, Hongos, Caspa de animales, Humo de tabaco, Infecciones virales, Polución ambiental, Aire frío, Estrés.
Tanto el asma como la rinitis alérgica afectan la calidad de vida: sueño saludable, capacidad de concentración, vida social, deportes y desempeño escolar o laboral.
Existen otras condiciones de salud en las que interviene el alergólogo, porque se confunden o superponen con el asma: tos crónica, bronquitis eosinofílica y micosis broncopulmonar alérgica. Por eso llaman a consultar al alergista.
El rol del
cambio climático
Entre el 10 % y el 40 % de la población mundial está afectada por la rinitis alérgica debida a la exposición al polen estacional. En las alergias al polen, los síntomas más comunes son los estornudos, el picor de nariz y la congestión nasal. Los alérgenos inhalados también pueden provocar una exacerbación del asma bronquial alérgica.
Además, la mayoría de las alergias alimentarias mediadas por inmunoglobulina E alérgenoespecífica (IgE) en adultos siguen a la sensibilización previa a aeroalérgenos.
En un contexto de cambio climático, con impacto en los ecosistemas naturales y en los cultivos, la incidencia de polen alergénico está sujeta a variaciones que pueden ser drásticas e impactar de forma considerable en la salud de la población.
Una amplia investigación realizada en la última década ha demostrado que el polen transportado por el aire ha aumentado. El incremento de las tasas de sensibilización y los síntomas más graves han sido el resultado parcial del aumento de la producción de polen de las plantas polinizadas por el viento, que ha dado lugar a un aumento a largo plazo de la abundancia de polen en el aire que respiramos.
Hay fuertes indicios de que las plantas producen más polen y antes cuando las temperaturas son más altas, es decir, en lugares urbanos, en elevaciones más bajas, en laderas con exposición al sur y durante períodos más cálidos.
En general, existe una correlación positiva entre los síntomas alérgicos y la abundancia de polen. Sin embargo, esta relación puede variar significativamente entre diferentes regiones bioclimáticas, entre diferentes pacientes y para cada tipo de polen. Y por supuesto, suele haber un desfase temporal variable entre la exposición real al polen y la aparición de los síntomas alérgicos.
Los resultados obtenidos en los Países Bajos indican que existe una fuerte correlación entre la temperatura y el inicio de la estación del polen: se ha observado un adelanto y un incremento en su duración.
Los cambios más tempranos de las estaciones de polen en el aire hacen que la aparición de los síntomas alérgicos sea más difícil de predecir y de tratar con eficacia.
Se ha constatado un avance y una prolongación generalizados de la estación del polen y un aumento de las concentraciones en toda América del Norte que están fuertemente acoplados al calentamiento observado. Los resultados del estudio revelan que el cambio climático debido a los seres humanos ya ha exacerbado las estaciones polínicas en las últimas tres décadas, con los consiguientes efectos nocivos para la salud respiratoria.
Todavía existe una gran incertidumbre sobre las tasas de cambio climático que cabe esperar, pero está claro que los cambios, como los extremos de temperatura y precipitación, se manifestarán cada vez más de forma importante y tangible.
La investigación internacional documenta que el polen de las gramíneas es el principal aeroalérgeno en todo el mundo. Los cambios climáticos (incremento en la aridez y en la frecuencia de temperaturas extremas) que favorezcan la extensión de estepas de gramíneas y compuestas pueden incrementar la cantidad de polen en la atmósfera.
La subida de la temperatura media, la irregularidad de las precipitaciones y un incremento de la amplitud de las oscilaciones favorecen la ocupación de hábitats seminaturales por especies invasoras. Los terrenos agrícolas abandonados por pérdida de rentabilidad como consecuencia del cambio climático también son ocupados por especies invasoras oportunistas.