En abril comenzó a funcionar en la ciudad uno de los programas de integración social de la fundación Mi Primer Peloteo. El objetivo principal de la ONG es lograr que los chicos de barrios vulnerables puedan, a través del tenis, encontrar un nuevo enfoque para sus vidas.
Rodrigo Fernández - rfernandez@elpopular.com.ar
"Mi Primer Peloteo es una fundación que hace seis años está en la Argentina y que busca alcanzar a chicos de bajos recursos con un deporte considerado elitista", cuenta de entrada Rubén Ulloa, quien se ocupa de nivel local de las actividades de la ONG.
Matías Lagana, presidente de la fundación, señala que "este proyecto nace con la idea de dar, hacer una devolución a la sociedad de todas las posibilidades que nos dio a través del tenis", y comenta que junto a un grupo de amigos se acercaron hasta La Boca y la Isla Maciel para hacer distintos eventos con la idea de utilizar el tenis como una herramienta de contención social.
Tras dos años le terminaron de dar forma a la fundación y entonces comenzaron a desenvolverse profesionalmente, con un equipo de trabajo, que les permitió extenderse por buena parte del país. Sus últimas sedes fueron San Luis, Córdoba, Salta, Chaco y Olavarría.
En ese camino de desarrollaron cuatro programas: "Colores Primarios, que son las clases en los barrios; después le sigue "Jóvenes Talentos", que es para becar a los chicos que anden bien; el otro es "Arte y Tenis", que es para hacer murales, pintar canchas, hacer cosas de intervención artística y después tienen otro programa que es para cuando el chico ya llega a una edad en la que no puede jugar y quiere seguir ligado al tenis, puede seguir una capacitación para jóvenes para insertarlos en el mundo laboral con capacitaciones de marketing, de conocimiento general", comenta Rubén Ulloa.
Con clases gratuitas, abiertas y hasta los 12 años para arrancar, están dictadas por "profesores voluntarios que buscan desarrollar sobre esta idea, regalar una hora o colaborar con una hora para los chicos que menos tienen". En Olavarría la fundación sólo tiene el programa Colores Primarios, pero esperan "sumar voluntarios, aumentar el programa y empezar, con un buen volumen de chicos, a implementar los demás programas", explica el coordinador local.
Trabajar desde lo social
"Me motiva mucho más lo social que trabajar netamente por el dinero", asegura Rubén, y explica que fue por eso que se puso en contacto vía mail con varias fundaciones. Fueron varios los que mandó, pero desde Mi Primer Peloteo enseguida respondieron. "Hicimos un zoom, charlamos y me dijeron: 'queremos abrir, que estés vos. Tenés un perfil que va con la fundación' ". Así fue que tras la confirmación comenzó a moverse por su cuenta para conseguir las cosas necesarias para empezar a dar clases. "Pelotas me dieron desde el tenis de El Fortín, raquetas me prestó Estudiantes y redes me prestó José Armendano, que está en El Fortín".
"Con conos, tazas y cosas que podés inventar para jugar, arrancamos directamente en el playón de la Sociedad de Fomento El Creador de la Bandera", dice, y comenta que los materiales llegan por parte de "la fundación, aunque ahora todavía no les llegó porque están de vacaciones los fabricantes, raquetas, pelotas y redes para trabajar. Y después, todo el sistema de capacitación que ellos tienen, que es la línea con la que trabajás"
Rubén explica que "el programa de 'Colores Primarios' se basa en nociones básicas, golpeos básicos y nociones generales de la Educación Física, que si bien las tenés está bueno orientarlas a un deporte individual", y comenta que desde la fundación "hay un apoyo constante en lo que hacés. Terminás de dar clases y te preguntan '¿cómo fue?, ¿qué necesitás?, ¿qué faltaría?, ¿cómo lo ves?' ".
"Hablamos con la Sociedad de Fomento, que fueron los primeros que nos ofrecieron el espacio abierto que está en Celestino Muñoz y Azopardo", recuerda, y después "salimos por el barrio a pegar folletos, a trabajar, a charlar con la gente de los locales que están por ahí. Hablamos con la asistente social del barrio y le dijimos que si sabe visitar a un montón de gente que les diga que si el chico no está haciendo nada, tiene una actividad gratuita para hacer los jueves a la mañana".
"Con las escuelas todavía no nos hemos metido, porque las cercanas tienen jornada completa, pero es el paso siguiente", asegura.
Actualmente son cinco los chicos que participan del programa, pero Rubén destaca que "para el primer mes es un montón. No es un deporte masivo, no es un deporte que vayas a tener 35 chicos en una clase, porque de hecho en los clubes que me ha tocado trabajar con el tenis, las clases no pasan de 10 ó 12 chicos y son clubes donde realmente tenés difusión, tenés papás que juegan, tenés todo ese mundo que te hace jugar al tenis. El objetivo es llegar a diciembre con 10, 15 ó 20 chicos", y afirma saber que "es una construcción de hormiga".
Un deporte para superarse
"El deporte individual te da un elemento que es de autosuperación, de autovalerte", explica Rubén, y señala que "en los deportes en conjunto necesito de más gente para valerme, y está buenísimo, pero también necesito algo que me enseñe a mí que es practicar yo, entrenar yo, es dedicarme yo. Eso te lo da el deporte individual".
Desde su experiencia como entrenador del fútbol de divisiones inferiores señala que "el fútbol es masivo, tengo 70 chicos en una categoría de 7 y 8 años. La realidad es que después hay un embudo muy grande y hay muchos chicos que dejan de practicar directamente el deporte".
"Plantearles otra alternativa, que conozcan otro deporte, te hace decir que quizás no vas a jugar el fútbol o al tenis profesionalmente, pero el deporte me va a dar salud, voy a tener bienestar físico. Como profesor pensás siempre en eso. Que el chicos sigan practicando un deporte"
"El club, en el caso de El Fortín, que tiene merendero, que tienen muchas cosas sociales, lo hace y no deja a ningún chico afuera. Nunca vi, como en otros clubes, que digan 'no podés entrenar'. Lo pasan, hay grupos nivelativos. Eso es muy bueno porque el chico nunca va a estar afuera" y hace suyas las palabras de Silvio Moncany: "Un chico en el club es uno menos en la calle".
"Esto es lo que puedo hacer: rescato uno o dos, que puedan conocer un deporte, que puedan amar un deporte y que puedan entender que el deporte es salud y bienestar".
"Creo que el deporte es selectivo. En Olavarría, el crecimiento del deporte es genial, es una ciudad que tiene competencia todos los fines de semana. La competencia hace que el deporte crezca", dice, y rescata que por otro lado "el deporte social permite acercarte desde lo humano. Mostrar otra realidad".
"Cuando me ha tocado trabajar en otros momentos y en otros deportes, te encontrás con chicos y cambiás la ecuación y ven otra realidad. Es más, hoy hay chicos que estudian Educación Física porque se han chocado con un profe que le ha dicho que 'es por acá'. Han visto el amor por la profesión. Es cierto que hay un montón de profes que no la aman a la profesión, pero los que amamos la profesión sabemos que no es por plata, es por la pasión de que el chico en el futuro encuentre el amor por el deporte, amor lo que hace, por moverse, por estar activo. Y lo social tiene ese componente que vos marcás muchísimo con tu forma de ser, porque quizás en el club tengas mucha estructura, pero cuando el deporte es social, es mano a mano. Es yo con el chico, es yo cambiando a un chico, y eso va a hacer que el chico quizás vea otra realidad que no tiene en su casa y que lo alienta a estudiar, a querer ser otra persona. El deporte, por ese lado, es otra veta que acá en Olavarría se usa un montón. Vi un montón de chicos rescatados a través del deporte"
"Si lo hago desde el pulmón, me quedó en el altruismo, pero cuando lo hacés con la fundación, que aman lo que hacen, te da esa contención que te permite saber que el chico va a tener esperanza si le gusta, si cambia el esquema. Es una realidad que hace siete años lo hacen y los ves comprometidos. Aman lo que hacen y eso hace que el chico también vea que hay esperanza en el futuro", concluye.
Tenis para ayudar y contener
Matías Lagana, presidente de Mi Primer Peloteo, cuenta que "durante estos cinco años como fundación hemos estados en distintos eventos en los cuales nos fueron invitando. El máximo fue el de Federer", y señala que "con nuestro programa de "Arte más Deporte" fue nuestro primero contacto con una figura tan importante y emblemática del tenis".
"Los demás programas los continuamos en los barrios más vulnerables o en los que menos posibilidades tenían para la practica del tenis. Lo mismo con el programa 'Dejando huellas', con los eventos de integración que fuimos realizando en distintos clubes de tenis. Llevando a los chicos de estos barrios que no tenían la posibilidad de ingresar a un club de tenis, hacer un evento de integración".
"A veces pensamos en la cantidad de chicos que pasaron, nos resulta muy difícil calcularlo", afirma, y cuenta que durante la pandemia, con la prohibición de las actividades deportivas, la fundación le dio de comer a "cerca de 10 mil familias, llevándoles también alcohol en gel y barbijos, haciendo una tarea más social".
"Con la reapertura nos encontramos con una fuerte demanda de tenis, así que las estamos plasmando con las ganas de llegar a todo el país", asegura.