Misericordia: regalo directo

Columna de las Misioneras de la Inmaculada Padre Kolbe

Angélica Diez (*)

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Cuando recibimos un regalo nos sentimos "conectados" con quien nos lo entrega. El regalo es un signo del vínculo que nos une y que demuestra amor , amistad, gratitud... Hoy celebramos "el regalo directo" de la Misericordia en esta Fiesta que nos permite ver cómo somos abrazados y elevados si reconocemos nuestra propia "miseria del corazón" para experimentar que nuestra pequeñez contrasta con la magnanimidad de todo un Creador, que es misericordia absoluta.

Esta devoción de la Divina Misericordia tuvo su origen en las apariciones de Jesús recibidas por Santa Faustina Kowalska, a principios del siglo XX, en Polonia. 

Lo escribe en su Diario: "Jesús apareció vestido de blanco y de su corazón emanaban haces de luz roja y blanca. Entre otras cosas Jesús me pidió que pintara una imagen suya, fiel a la imagen que se mostraba ante mi; tal imagen debía contener la inscripción 'Jesús, en Ti confío' ", de esta manera se daría a conocer el sentido de esa misericordia que él quería derramar sobre la humanidad.

"Deseo que el primer domingo después de la Pascua de Resurrección sea la Fiesta de la Misericordia" (Diario 299). "Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea refugio y amparo para todas las almas y, especialmente, para los pobres pecadores. Ese día están abiertas las entrañas de Mi misericordia. Derramo todo un mar de gracias sobre las almas que se acercan al manantial de Mi misericordia. El alma que se confiese y reciba la Santa Comunión obtendrá el perdón total de las culpas y de las penas. En ese día están abiertas todas las compuertas divinas a través de las cuales fluyen las gracias" (Diario 699). 

Dijo San Juan Pablo II: "Ha llegado la hora en la que el mensaje de la Divina Misericordia derrame en los corazones la esperanza y se transforme en chispa de una nueva civilización: la civilización del amor" (17 /08/2002, Cracovia).

El 14 de septiembre, día de la exaltación de la Santa Cruz, Jesús mismo le enseña a Sor Faustina la Coronilla de la Divina Misericordia. "A las tres de la tarde, ruega por Mi misericordia, en especial para los pecadores y aunque solo sea por un brevísimo momento, sumérgete en Mi Pasión, especialmente en Mi abandono en el momento de Mi agonía. Ésta es la hora de la gran misericordia para el mundo entero" (Diario 1320). 

Si acepto el regalo directo de la misericordia es posible que: "… el perdón y la ternura de Dios brotadas del Corazón de Jesús llegue a nuestro corazón que, poco a poco, se volverá más paciente, más generoso, más misericordioso" (Papa Francisco).

  

(*) Angélica Diez, misionera de la Inmaculada Padre Kolbe, Olavarría.

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