"Nunca hay seguridad para nosotros", dijo una comerciante que sufrió otro robo en su negocio

María José descubrió esta mañana que desconocidos rompieron un ventiluz e ingresaron al local de Urquiza 4348. Defecaron, fumaron y tomaron una cerveza. Sustrajeron mercadería y dañaron la caja registradora. Pide respuestas para sostener el único ingreso familiar. 

Un nuevo robo en un comercio del barrio Hipólito Yrigoyen encendió las alarmas del desgaste de los vecinos. En este caso, una familia que sostiene como único ingreso el polirrubro ubicado en Urquiza al 4300 fue víctima de delincuentes que se llevaron gran cantidad de mercadería del lugar.

En cinco años es el tercer robo contabilizando los comercios de diferentes rubros que tuvo la familia Chaparro en distintos puntos de la ciudad. María José es una de las propietarias de local "Nueva Olavarría" junto a su padre. Dialogó con El Popular Medios mientras se preparaba para denunciar el hecho en Comisaría Segunda.

Esta mañana descubrió que desconocidos habían ingresado al negocio previo romper un ventiluz que da a un patio trasero. Los ladrones defecaron, fumaron y tomaron una cerveza en el interior del local mientras que quedó como huella una mancha de sangre en el mismo baño.

Detalló que sustrajeron "electrónica, parlantes, mochilas, bolsos, cigarrillos, preservativos, máquinas de cortar el pelo" además de arrancar la caja registradora y dejarla tirada en el piso.

"Estoy cansada", dijo la joven. "Nunca encuentran nada. Nunca hay seguridad para nosotros. Nunca hay nuevas respuestas. Mi viejo se fundió por el robo y ahora que viene a estar y trabajar conmigo" y vuelve a ocurrir lo mismo. Expresó con angustia que "ayuda para el que trabaja no hay. Los que no trabajan están en su casa y sí la tienen".

Alberto es fotógrafo y tenía una imprenta que debió cerrar. Ahora en el comercio de calle Urquiza entre Merlo y Grimaldi es la segunda vez que son víctimas de la inseguridad. La primera fue en pandemia.

Ambos buscan respuestas. Desde donde sea. Al tiempo que se tienen sensaciones cruzadas. Reponer la mercadería robada y trabajar con la pesada mochila de la tristeza de no saber que hacer para volver a abrir las puertas del único ingreso que permite supervivir en tiempos de desazón.

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