"Rolando Rivas, taxista": medio siglo de la serie que paralizó al país y cambió la telenovela para siempre

Creada en 1972 por Alberto Migré, es uno de los grandes hitos de la historia televisiva nacional: cada martes, marcaba 40 puntos de rating con un relato romántico de aroma bien porteño que cautivó a hombres y mujeres.

Durante decenas de martes a la noche, por la noche, durante la década de los 70, las calles del país estuvieron vacías, como si se jugara un Mundial. Por los balcones se podía espiar la causa: un brillo azulado se reflejaba sobre casi todas las familias argentinas, reunidas alrededor de los televisores, por entonces en blanco y negro, para ver "Rolando Rivas, taxista", la obra maestra de Alberto Migré que tejió una emblemática historia de amor entre sus protagonistas, Claudio García Satur y Soledad Silveyra, que cambió para siempre la forma de hacer ficción para TV en argentina.

Hoy se cumple medio siglo desde el comienzo de aquellos días: un 7 de marzo, pero de 1972, "Rolando Rivas" salía a la calle en tiempos donde la televisión comenzaba a ser una presencia fundamental en todos los hogares de clase media; poco tiempo después, la telenovela de impronta popular, marcadamente porteña y urbana, un cambio de paso respecto al tipo de tiras que se producía hasta el momento, ya medía 40 puntos de rating.

Por entonces, la televisión argentina buscaba nuevas formas para sus ficciones gracias a una tecnología que facilitaba salir de los decorados de estudio y encontrar en la Ciudad de Buenos Aires un escenario infinito, propicio a la imaginación del maestro Migré, un mago de la narración como pocos.

Migré ya había dado títulos como "Dos a quererse", "Tu triste mentira de amor", "Teleteatro Palmolive del aire", "Su comedia favorita" y "Me llamo Julián, te quiero", y había incursionado incluso en la televisión de Brasil, pero en 1972 firmaría su obra cumbre: la historia de un "tachero", Rolando, porteño de gran corazón del barrio de Boedo (García Satur), que recorría las calles con su vehículo y estaba de novio con una costurera (Mabel Landó) muy vigilada por su padre (Antuco Telesca), hasta que una tarde una adolescente adinerada, Mónica Helguera Paz (Silveyra), subía al coche con su carga de angustia y prepotencia. Así comenzaba la historia de amor de Rolando y Mónica: a partir de ese momento se cruzan las pasiones con las diferencias de clase y de culturas, con la consecuencia de que el nombre Mónica Helguera Paz aún resuena en el oído popular como representante del poder y el capricho.

Ese apéndice de la vida cotidiana que son los transportes públicos, con sus dificultades, historias grises y desventuras de cualquier tipo, demostró que las tramas se podían desarrollar fuera de las cuatro paredes habituales en las que se enfrentaban, chocaban y se fundían las clases sociales y los amores que surgían en el medio.

Un hito

La serie que alcanzaba 40 puntos de rating cuando solo existía la TV por aire, es considerada la telenovela más exitosa y recordada de la televisión vernácula, y fue también la primera vez en la que los varones formaban parte del público fiel de una telenovela, que además incluía el lenguaje coloquial porteño -antes casi prohibido y del que Migré fue impulsor ya en sus tiempos de radio- y tenía referencias a la historia social y política del país, que en 1972 distaba de ser apacible.

Emitida por Canal 13 en forma semanal, aquel capítulo del 7 de marzo de 1972 marcó un hito y una tendencia: aprovechó el antecedente de "Estación Retiro", con Luis Dávila, Beatriz Día Quiroga y Susana Campos, lanzada un año antes, y se proyectó hacia el futuro, con más ficciones imitándola, como "Un mundo de 20 asientos", reversiones (entre ellas la de 1988, "Ella contra mí", con Gustavo Garzón y Carolina Papaleo; y la versión brasileña en portugués "Antonio Alves, taxista", grabada en la Argentina) y con tiras que 20 años después intentaron resucitar la comedia costumbrista urbana porteña, como la recordada "Gasoleros".

No se trataba, claro, solamente de telenovelas sobre ruedas: eran aquellas derivadas de la obra de Migré y las que retomó Pol-ka en los 90, sobre todo, tiras que traían de regreso a la pantalla el decir porteño y la forma de ser de la clase trabajadora argentina, buscando escapar a las formas más impostadas del culebrón.

De todas formas, ningún caso fue tan paradigmático como el de "Rolando Rivas…", ninguno tan recordado por las generaciones que lo siguieron a través de aquellas pantallas chicas en blanco y negro: la historia del "tachero" fue la primera que dado su éxito rotundo tuvo una segunda temporada aún al costo de cambiar su protagonista femenina: Nora Cárpena pasó a ocupar el lugar de Silveyra, contratada para otro ciclo en la misma emisora; el personaje de Solita se va "de viaje" en la tira, pero aunque Rolande se siente atraído por Natalia, el personaje de Cárpena, no puede olvidar a Mónica.

Al siguiente año, en 1974, "Rolando Rivas, taxista" se transformó en película, en color, y allí García Satur, cuyo personaje había enviudado, volvía a encontrarse con el de Solita Silveyra, ahora azafata de una línea aérea, para que la pasión volviera a encenderse.

El recuerdo

"Rolando es el personaje por el que la gente todavía me saluda por la calle y por eso es como que seguimos caminando juntos", recuerda García Satur, en ocasión del 50º aniversario de la serie. "Creo que la identificación que la gente hace entre el personaje y mi persona seguramente tenga que ver con que sigo siendo el mismo muchacho que nació en San Juan y Boedo", agrega el actor de 84 años.

García Satur llegó a su primer protagónico tras un recorrido artístico marcado desde la cuna (su padre fue el actor Enrique García Satur, 1910-1972), una formación teatral y una profusa labor televisiva.

Al momento de esta oportunidad que marcaría su trayectoria, su rostro y sus dotes actorales ya eran reconocidas por la audiencia ya que desde la década del 60 participó en telenovelas protagonizadas por Guillermo Bredeston, Fernanda Mistral (como "La piedra contra el cristal" y "Muchacho triste") o las comedias de Darío Vittori. Sin embargo, "me consta que Migré tuvo que pelear en varios canales para imponerme como protagonista", recuerda. Había poca fe en García Satur, y también en la tira. "Que "Rolando Rivas, taxista" se haya convertido en un gran suceso no era predecible ni para Migré ni para mí", se ríe hoy el intérprete.

Solita, que no fue la primera elección de Migré (quería a Cárpena, justamente) tampoco era una novata en la tele: se había iniciado en el oficio a los apenas 12 años y que para 1972 contaba ya con títulos tan importantes como "El amor tiene cara de mujer", "Alta comedia" o "Así en la villa como en el cielo" en TV, o "Un muchacho como yo" (1968) con Palito Ortega y "Gitano" (1970) con Sandro.

Pero aunque la de hoy "es otra tele, sin lugar a dudas, otro mundo también", a ella también le siguen recordando su papel en la serie: "Recién un tachero me cuidó, me ayudó, que venía con ropa, con bolsas, le pago y cuando me da el vuelto le digo 'me está cobrando de menos' y me responde 'se van a hacer 50 años de 'Rolando Rivas', Solita, yo estoy en este taxi por Rolando'. Es increíble. Y cuando son jóvenes también, me dicen 'uy, lo que le gustaba a mi viejo la novela'. Yo creo que lo que pasó con 'Rolando' fue esa magia de que la vieron los hombres, creo que fue la primera novela que trascendió el género femenino".

¿Por qué? "Por lo que tenía 'Rolando', por lo que era Claudio; el enorme protagonista de esto es él, que construyó ese personaje. Después la pareja, que tuvimos una química increíble y por algo hice un primer año y me fui… Estaba enamorada de mi marido, y veía que la mano venía peligrosa…", comenta entre risas.

Fuente: El Día

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