Fue cuando se desarrollaba el juicio oral y público por el asesinato del abogado penalista Marcos Alonso. Ahora, Sergio Berni, lo nombró como el antecesor de "El Paisa" Joaquín Aquino, al que se detuvo y acusó de ser sospechoso de haber proveído la cocaína adulterada que causó 24 muertes.
Daniel Puertas
Cuando se iniciaba la segunda década del siglo el nombre de Miguel Angel "Mameluco" Villalba resonó con fuerza en Olavarría. Fue cuando se desarrollaba el juicio oral y público por el asesinato del abogado penalista Marcos Alonso y Mameluco fue señalado como el proveedor de la droga que presuntamente distribuía una organización local con la que supuestamente tenía vínculos el letrado muerto a balazos.
A pesar de que Villalba lleva más de diez años preso el ministro de Seguridad, Sergio Berni, lo nombró como el antecesor de "El Paisa" Joaquín Aquino, al que se detuvo y acusó de ser sospechoso de haber proveído la cocaína adulterada que causó nada menos que 24 muertos hasta ahora.
En realidad, lo importante no es que las actividades del legendario jefe narco de San Martín hayan tenido algo que ver con Olavarría sino que el juicio que se celebró en Azul y que permitió vislumbrar un mundo siniestro que expuso todas las falencias del Estado para combatir al delito.
Exactamente lo mismo que ahora se puede ver en la investigación por la droga envenenada: se encuentra un chivo expiatorio, se lo encarcela y se asegura de que nada vaya a turbar el negocio, donde pareciera que la Bonaerense cumple un destacado papel, aunque también hay políticos que mojan el pancito.
En el juicio por el caso Alonso afloraron variados delitos, además de la venta de droga. Entre ellos el robo y comercialización de vehículos y autopartes, que parecía ser uno de los puntos fuertes de la organización delictiva nunca atacada.
Las cosas eran tan evidentes que el tribunal que condenó a dos hombres por el crimen ordenó que las investigaciones prosiguieran. Después de más de diez años de esa resolución judicial o no se investigó nada o las pesquisas fueron absolutamente infructuosas.
¿Por qué el Estado no está capacitado para investigar este tipo de delitos?
Una de las razones más evidentes es que en, la provincia de Buenos Aires al menos, son los policías los que instruyen las causas, aunque la firma la ponga el fiscal.
Por ende, teniendo en cuenta los vínculos de policías con el crimen organizado ninguna investigación llega a buen puerto.
Uno de los condenados por el crimen de Marcos Alonso, Ramón Elíseo Castilla Rocha, dijo en el juicio que "la DDI se quedó con toda la merca de Olavarría".
Castilla Rocha decía que era primo de Mameluco y había sido el puente entre el capo narco y los aspirantes a serlo en Olavarría. Por un lado, eso demostraría que los gangsters olavarrienses estaban lejos de tener una organización importante y que sólo eran pequeños compradores que luego se dedicaban a distribuir los estupefacientes.
Por el otro, que Castilla Rocha ocupaba un lugar importante en la banda. En declaraciones a este diario, Castilla Rocha se autodefinió como un sicario al servicio de uno de los jefes.
Además, en el juicio oral y público por el asesinato del abogado, un oficial penitenciario que confesó su adicción en uno de los momentos más dramáticos de las audiencias, señaló al "Mono" Castilla Rocha como su proveedor de cocaína.
A pesar de su grueso prontuario y de sus actividades como dealer dentro de la cárcel cuando se cometió el crimen el "Mono" no pasaba su tiempo en una celda sino en una quinta propiedad de un empresario local.
Cuando habló con EL POPULAR Castilla Rocha dijo que allí lo usaban para cometer otros delitos vinculados con, entre otras cosas, el robo de camiones.
Como hecho anecdótico puede contarse que después de la declaración de un policía de narcotráfico que habló de las escuchas que tenían los investigadores que sugerían cómo llegaba la droga a Olavarría los jueces interrogaron a un hombre que había sido grabado en una conversción telefónica y le preguntaron qué eran las "estampitas" que debían llegar.
Con absoluta seguridad y sin ponerse colorado explicó que las "estampitas" eran las obleas que se pegaban a los autos usados que supuestamente vendían.
Pocos años después ese testigo fue detenido cuando le encontraron una tonelada de marihuana.
Otro de los testigos de ese juicio fue detenido años más tarde después de haberse convertido en el capo narco de una villa del conurbano tras asesinar al jefe anterior.
Esa y otras alternativas del juicio deben haber movido a los jueces a intentar convencer a los periodistas para que no divulgaran todo lo que ocurría en las audiencias. Como yo era uno de los trabajadores de prensa presentes en la sala recuerdo perfectamente el episodio.