Un estudiante adolescente que encara sus primeros amores y amistades, una pareja que sobrevive en el engaño y un periodista que se siente vencido son los protagonistas.
Rodrigo Fernández
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"El encanto está en que no admiten la posibilidad de cambiar una letra o una palabra, ni una coma. Todo tiene que encajar cuidadosamente con gran precisión" dice uno de los personajes de la nueva de Carlos Verucchi al referirse al álgebra pero bien vale como una descripción de la escritura del autor olavarriense, quien ya había demostrado su calidad literaria años atrás con la publicación de "Materia deleznable".
Daniel he llegado a Olavarría para estudiar en la Facultad de Ingeniería. Siempre tuvo facilidad para las matemáticas así que no le pareció extraño cuando la psicologa que le tomó el test vocacional disctaminó que lo suyo era convertirse en ingeniero. Se los dijo rápido a sus padres y luego, cuando meses después lo llamaron al patio, entendió que lo habían pensado mucho y que estaba decidido. Así llegó a la casa donde vive la señora Leticia con su hija. Sofía tiene casi la misma edad que él y entre ellos hay miradas y gestos especiales. Aunque Daniel está mas concentrado en su carrera y en hacerse de unos pesos en el almacén de Fernando, quien compró y guardó miles de latas de cerveza y hamburguesas para abastecer a todos los que van llegando a la ciudad para el recital del Indio Solari.
Desde el bar, en el que se junta todas las tardes con los amigos, Nacho ve como la ciudad comienza a cambiar lentamente con la llegada de los fanáticos del ex cantante de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Hay algo que lo perturba de toda esa gente que como una marea camina por la plaza del centro o da "la vuelta del perro" por las calles céntricas. Aunque lo que mas les llama la atención a todos en la mesa es la camarera que les trae las cervezas.
Un escote pronunciado y unas caderas como una promesa de algo más. Nacho piensa en su mujer, con la que comparte vida y casa. Aunque ultimamente se siente como encajado, sin poder salirse de esa vida que lo hace ir de la casa al trabajo, del trabajo a la casa y un rato al bar.
Molina se despierta muy temprano. Como siempre ha dormido muy poco y el cuerpo le pesa un poco. Desayuna lo que encuentra y se va para el diario. Y aunque trata de no cruzarse a López, su jefe, no puede esquivarlo cuando le da un encargue. El Indio Solari tocará en pocos días por primera vez en la ciudad y Molina tendrá que hacer una crónica de lo que sucede alrededor de La Colmena, el predio donde se llevará a cabo el recital. De mala gana accede a cumplir con lo que se le ordena pero como es un periodista con calle enseguida resuelve un par de páginas. Para él, el diario ya no es lo que era. No hay nada que lo retenga a la redacción y se cansó de todo pero no se anima a dar el salto. Aunque quizás sea hora de dar palos de ciego.
Con "El mismo río" Verucchi demuestra que su escritura tiene que ver con los detalles. Un hilo va enhebrando las tres historias y ajustando las tramas pero el lector tendrá que estar atento. El autor olavarriense logra llevar una dinámica narrativa intensa y el clima que le impone a cada uno de sus personajes se lo contagia al lector. Siempre hay más para decir pero conviene que, a veces, la experiencia literaria sea propia y "El mismo río" es una novela para dejarse llevar.